En México, al día de hoy, el COVID-19 pareciera que se percibe como un problema ya casi acabado. El gobierno ha reportado los últimos días el (afortunado) descenso tanto en contagios como en ocupación hospitalaria a causa del virus. Eso ha generado que la guardia cada vez se baje más y haya una evidente relajación de medidas. Pero esta fotografía, aunque alentadora, podría ser solo una ilusión.
“Es un poco engañoso el panorama que se está viviendo en estos momentos en México”, advierte a Infobae la Dra. Laurie Ann Ximénez-Fyvie sobre esa relativa calma que se vive en el país.
Hasta este miércoles, México registra 2.520.820 casos acumulados de SARS-CoV-2, de los cuales solo 23.462 son los actualmente activos. La cifra de fallecidos va en 215.547. Pero, según informaron las autoridades federales, al corte de este martes se registra –de la semana pasada a esta– el descenso del 21% en la curva de contagios y del 79% en la ocupación hospitalaria, a nivel nacional.
Sin embargo, para la Doctora en Ciencias Médicas por la Universidad de Harvard, un tercer repunte del virus es inevitable. Los principales motivos, menciona, son las nuevas variables de la enfermedad que se están presentando –muy seguramente ya con presencia en suelo mexicano– y el lento avance de la vacunación en el país cuya cobertura con el antídoto, en el esquema completo –6.096.954 personas– apenas alcanza el 5% de la población.
“En general, se tiene como una especie de calma”, señala preocupada la doctora, “esperemos que no sea la calma antes de la tormenta”.
La especialista, también jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM, compara la situación que viven actualmente en países como la India o Brasil, donde se presentan repuntes alarmantes, con lo que puede avistarse en un futuro no muy lejano para México.
Y es que son países, describe, en los que se relajaron las medidas de protección ante una aparente baja de contagios. También son lugares en los que no se han establecido acciones de contención del virus, “encaminadas hacia detener la propagación”, señala.
El riesgo es que en ese tipo de zonas, incluido México, “las variantes se están propagando silenciosamente”, enfatiza la doctora, “y ahí están reproduciéndose, propagándose”, lo que al final de cuentas se vuelve algo imposible de parar, “es como la ola de un tsunami que ya está encima de ellos”, ejemplifica.
Ella puntualiza cuatro de estas variantes, que son las que tienen en este momento a varios países desbordados de casos positivos y número de defunciones. La variante B.1.1.7, del Reino Unido; P.1, en Brasil; la B.1.135, en Sudáfrica; y la B.1.617, identificada en la India.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) clasifican en tres tipos de riesgo, de menor a mayor, a las variantes recién identificadas.
De las anteriormente mencionadas, las primeras tres entran en el nivel medio, “variantes de preocupación”, que, según explican, son aquellas para las que existe evidencia de una mayor transmisibilidad, casos más graves de enfermedad, reducción significativa en la neutralización por los anticuerpos generados durante una infección anterior o la vacunación, menor efectividad de los tratamientos o las vacunas, o fallas de detección de diagnóstico. Mientras que de la variante de la India aún se sabe muy poco.
Entonces, para la investigadora, lamentablemente México va encaminado a ese fatal destino. En primer lugar, por la relajación de las medidas, tanto del gobierno como de la ciudadanía. En segundo, porque las autoridades siguen sin apostar por una estrategia de contención de casos. Y la tercera razón, y probablemente la más delicada, porque no se está haciendo nada por localizar las nuevas variantes del virus para frenar su propagación.
Por otro lado, cabe mencionar, las características de este tipo de variantes dejan sin argumento a la teoría de la (tan ansiada) inmunidad de rebaño, precisamente por una de sus características más peligrosas: tienen la capacidad de vulnerar los anticuerpos que ya hayan sido adquiridos por una persona, ya sea por haber estado contagiada o por haber sido vacunada.
En pocas palabras, incluso con las vacunas, las variantes nos podrían hacer regresar a cero.
Para considerar que la vacunación tiene un efecto considerable en el combate al virus, en el país que sea, se tendría que tener vacunada al menos a la mitad de su población. Ese no es el caso de México, donde no se ha terminado de vacunar siquiera al sector médico.
De los 128 millones de habitantes en México, 6.096.954 han recibido el esquema completo de vacunación contra el COVID-19, cifra que representa apenas un 5% de dicha población. El doble de personas han recibido al menos una inyección del antídoto. Mientras que en términos de dosis aplicadas en el país hasta ahora suman 16.7 millones.
No obstante, la vacunación también incentiva el humor social mexicano, coincidente con la actitud del gobierno: despreocupado, con la guardia baja, como si el peligro del virus ya fuera de salida. Algo que está aún muy lejano, advierte la especialista. “La ilusión de las vacunas es solamente eso, un espejismo”.
Y dentro de esa advertencia, subraya, la estrategia de vacunación llevada a cabo por el gobierno mexicano no está siendo de ayuda.
Principalmente porque se está viendo lenta, algo en lo que la doctora incluso ve tinte electoral. Pero también porque, reitera, el que todos los adultos mayores de México estén vacunados no hará gran diferencia, ya que no es ese el sector de la población que más se infecta.”En términos absolutos, hay menos muertos de (rango de) mayor edad que de las edades intermedias”.
Recientemente la Dra. Laurie Ann publicó su libro Un daño irreparable (Planeta), en el que puntualizó, los que ella considera, los principales errores de la estrategia del gobierno en la lucha contra el COVID-19. “Generó conversación”, es lo más destacable para ella. Aunque lamenta que, por otro lado, muchos detractores de su obra la tomaron como un argumento político, finalidad que niega rotundamente.
Para ella lo primordial es tomar las medidas que aún demanda el tratamiento de la pandemia, no necesariamente un confinamiento absoluto o el cierre de negocios, sino desde la vigilancia y la localización de contagios y de las nuevas variantes del coronavirus.
“Lo peor no va a pasar nunca hasta que no haya una solución permanente”.
Con información de Infobae