El COVID-19 no solo ha dejado daños en la salud, en lo económico y social; si no que también vino a enseñarnos que la manera en la que operaba el sistema desde hace ya muchos años, hoy es obsoleta.
Las empresas se dan cuenta de que no les conviene rentar grandes espacios, de que con nóminas reducidas generan la misma productividad. L@s emplead@s caen en cuenta de que tienen derechos, de que hay vida afuera de los encierros en oficinas; las familias no tienen que comer y otras más afortunadas viven de sus cada vez más reducidos ahorros, aunado a esto, los padres se dan cuenta que es tener a sus hijos en casa, al estar cerca de los programas educativos ya los perciben flacos y carentes de fondo. Las parejas tienen que construir relaciones interpersonales nuevas, que no saben como convivir sin un sistema que los distraiga de la vida de hogar.
Los programas de gobierno son deficientes igual que la política, y bueno entre muchas otras cosas, tod@s nos preguntamos: ¿qué sigue? Ya no podemos hacer como que nada pasa tras un año de pandemia y lo que falta por venir.
Es imperativo (y ya vamos tarde) empezar a proponer un nuevo modelo de vida digna para tod@s y aquí entro particularmente en la política. La participación de las mujeres se empieza a convertir en el centro de gravedad de la misma, cada vez abrimos más espacios y aunado debemos proponer oportunidades para representarlos, ej: guarderías.
Hoy la gente ya no quiere a l@s políticos, queremos ver humanos representando humanos; causas reales, políticas públicas transversales, pero sobretodo es momento clave de que los partidos se conviertan en un vehículo para lograr que la gente realmente se identifique.
El discurso de sociedad vertical esta roto, por ello, resulta lógico empezar a buscar la transición a la horizontalidad, regresar el poder a la gente para hacer que las cosas sucedan. Dejar de dividir y entender al país como una célula unida por varios elementos en la cual sin la participación de los mismos no puede existir una transformación (gobierno, iniviativa privada, ONGs y sociedad civil).
Hablando de esta última, quiero cambiar un poco el discurso en esta ocasión, y en lugar de pedir a la ciudadanía que exijan un política justa, quiero invitarl@s a que sean ustedes quienes decidan como se sienten mejor representad@s. ¿Cómo? Con información y preparación de un voto responsable, revisando propuestas y candidat@s de su distrito, alcaldía y estado.
Este año 2021, en junio 6 para ser exacta, tenemos elecciones para gobernaturas, diputaciones federales y locales, alcaldías y concejalías.
El voto no es sólo un derecho, es obligación y el primer vehículo de transformación real. Usémoslo responsablemente, dejemos de hacer que la democracia sea utópica en el país.