En el Día de Muertos tradicional-culturalmente los mexicanos rinden homenaje a todos aquellos seres queridos que ya no están aquí; pero más allá de esto, con el paso del tiempo la festividad se va haciendo más sustentable, conectándose con el respeto al medioambiente.
Esto puede apreciarse de diversas formas, como el hecho de reutilizar para no generar desechos, preparar los icónicos altares con productos perecederos o reciclando el colorido papel picado que sirve de adorno para convertirlo en envolturas de regalos o papel para los trabajos escolares.
En el tema del alimento un buen punto a considerar es que muchas familias optaron por poner alimentos en sus altares que posteriormente pueden ser consumidos por las personas sin la necesidad de generar desperdicio alimenticio.
También el tener en consideración el uso de platos y vasos de barro en lugar de colocar unicel u otro tipo de materiales contaminantes, ya que los elementos rígidos solo requieren ser lavados al terminar su función en la ofrenda y no terminan directamente a la basura.
En el caso de a icónica flor de cempasúchil, más allá de su carácter simbólico, puede ser usada como abono orgánico, según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Según información de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), esta flor originaria del centro de México era deshojada por los mexicas cada solsticio de invierno para marcar en el suelo un camino espiritual que pudieran seguir las almas de sus añorados difuntos, quienes durante este día regresan por unas horas al mundo terrenal.
Por su color amarillo, esta civilización prehispánica consideraba que los pétalos del cempasúchil resguardaban el calor del sol y para darle hoy en día su tratamiento sustentable celebro a las comunidades que utilizan los restos de las flores como composta.
Si bien es esta ocasión por la contingencia sanitaria por el COVID 19, la decoración de las tumbas y las visitas de miles de turistas durante estos días que llevaban a producir enormes cantidades de residuos, principalmente restos orgánicos, cartón y envases de plástico, se vieron mermadas, lo que genero la oportunidad de no contaminar, a pesar del duro golpe que esto significo para muchos familiares y para el caso del turismo.
Cabe de reconocer que las festividades mexicanas del 1 y 2 de noviembre han ganado fama internacional y parecerían ser cada día más grandes y coloridas. Un medio alterno fueron las redes sociales en donde instituciones de todo tipo, sobre todo del ámbito deportivo se sumaron a los festejos de esta ya tradicional celebración.
Tal es la riqueza de esta manifestación de nuestra cultura mexicana, que la UNESCO la inscribió en su Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008, definiéndola como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria.
El día de muertos continúa año a año sin importar la situación nacional en la que se encuentre, está presente en la vida de millones de mexicanos, una población que, a paso lento, se hace consciente de que dentro de sus tradiciones también puede existir el cuidado al medioambiente.
“El muerto al pozo y el vivo al gozo”