Ya está claro. Joe Biden es el candidato presidencial del partido demócrata. Y que nadie se equivoque, como discutimos la semana pasada, las encuestas indican que Biden tiene una enorme oportunidad de convertirse en el próximo presidente de los EEUU. Las encuestas nacionales le dan, en promedio, una ventaja de 7 puntos. Incluso las encuestas en Florida muestran que, entre los votantes registrados, lidera con 6 puntos sobre Trump. Esto es muy relevante porque aunque Biden puede ganar el colegio electoral sin la Florida, Trump no tiene camino a la reelección sin este estado del sur.
Ahora la atención se enfoca en quién será la compañera de fórmula de Joe Biden. El propio candidato y exvicepresidente se ha encargado de despejar incógnitas al comprometerse a nominar a una mujer como candidata a vicepresidente en estas elecciones. ¿Quiénes se especula podrían ser elevadas a esa importante posición? Un grupo de analistas y activistas apuntan a la senadora Kamala Harris, de California. Brillante, carismática, de penetrante oratoria y verbo aguerrido contra Trump. Fue precandidata y se retiró temprano, y antes ejerció como fiscal general de California, donde destacó muchísimo, además de desarrollar una cercana amistad con Beau Biden, el difunto hijo del exvicepresidente, quien era en ese mismo tiempo fiscal general de Delaware, y a quien se le tenía como una de las estrellas emergentes en el partido demócrata. Kamala Harris es además afroamericana e hija de inmigrantes de Jamaica y la India, lo cual elevaría el tema de la inclusión social de los inmigrantes y reconocería el inmenso apoyo recibido por Biden de la comunidad afroamericana.
Otra mujer, también afroamericana, situada en posición de ser considerada para esta nominación es Stacey Abrams, excandidata a gobernadora de Georgia, a quien la elección le fue literalmente arrebatada por el abuso de poder y la supresión de electores por parte del entonces secretario de Estado y ahora gobernador, quien prácticamente fue árbitro electoral y candidato en un sistema que ha emblematizado la crisis política que existe en EEUU.
Pero también es importante pensar en la geografía electoral. Biden, bien ubicado en el medio-oeste estadounidense (los estados de Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Ohio), podría intentar reforzar y asegurar ese tablero, que le daría la victoria en el sistema de los colegios electorales, nominando a la senadora Amy Klobuchar, de Minessotta, y excandidata en la primaria demócrata (quien le ofreció un apoyo fundamental a Biden en la ruta hacia la consolidación de su preeminencia en la primaria). También se habla de la joven y carismática gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
Por otra parte, los grupos de activistas y líderes hispanos han elevado, con suficientes méritos para ocupar esa posición, la consideración de la senadora de Nevada, Catherine Cortez-Masto, de familia de inmigrantes con origen mexicano e italiano, quien tiene una buena relación con Biden, e impecables credenciales como fiscal general y ahora senadora por su estado. Cortez-Masto tendría sin duda un efecto movilizador en el electorado latino también clave en esta elección.
Y finalmente, está la senadora Elizabeth Warren, de Massachusetts, que sería una forma de incorporar las tendencias más progresistas del partido, que han convocado a los jóvenes en un movimiento que tanto ella como el senador Sanders han capitalizado.
Pero dicho todo lo anterior, sólo algo está claro en nuestra opinión como una clave en este acertijo vicepresidencial. Biden fue vicepresidente de Obama y desarrollaron una relación de absoluta lealtad y confianza (el “bromance” o “amor de hermanos”), que sin duda Biden querrá replicar en su presidencia para delegar, como lo hizo Obama con él, con amplitud el desarrollo de su agenda presidencial, que sabemos también convoca y es expresión de una coalición muy amplia, que suma toda la diversa demografía electoral de los EEUU, e incluye a electores independientes, moderados (sumando republicanos que no simpatizan con Trump), y progresistas, incluyendo a los de enfoque más pragmático.
Pero además de ser un proceso electoral histórico por todo lo que está en riesgo (dada la controversial y polarizante figura de Trump), además de inédito por la pandemia que atravesamos; el vicepresidente Joe Biden le ha colocado un factor emocional muy alto, para quienes creemos en la inclusión social, los derechos de la mujer y la igualdad de oportunidades, al elevar una mujer a la candidatura a vicepresidenta de los Estados Unidos; y la verdad es que tiene un grupo extremadamente bien cualificado para esta posición.
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