Para muchos analistas, Trump será un contendiente casi imposible de vencer en las elecciones de noviembre. Basan su argumento en el hecho de que el electorado decide con la parte más sensible de su anatomía: el bolsillo. Como el crecimiento económico de nuestro vecino del norte se mantiene y los índices en la Bolsa alcanzan sus máximos históricos, muchos ya dan por sentada su reelección. Yo tengo mis dudas al respecto.
Ni el PIB ni el Dow Jones son indicadores necesariamente adecuados para medir el desempeño de una economía, los estándares de vida del ciudadano común ni la sustentabilidad de un país. De hecho, como lo hace ver el Nobel de Economía Joseph Stiglitz en un artículo reciente publicado en el portal Project Syndicate, el desenvolvimiento de la economía norteamericana en los últimos 4 años es una prueba de por qué no debemos fiarnos de esas variables.
Un indicador importante de la salud económica de un país es la salud de su gente. Entre los países desarrollados, Estados Unidos ocupa los últimos lugares en esperanza de vida y se han disparado las tasas de mortandad de los jóvenes, principalmente por excesos de alcohol, sobredosis de drogas y suicidios. Estas muertes se han cuadriplicado en las dos últimas décadas. Los recortes en programas sociales han causado un incremento de 30% en personas no aseguradas.
Los recortes fiscales establecidos en 2017 han beneficiado única y desproporcionadamente a los más ricos, específicamente al 1% más pudiente. Para el resto, la medida resultó en un incremento impositivo y los trabajadores asalariados tienen un poder adquisitivo menor que hace 40 años. También, observa Stiglitz, sigue existiendo una desigualdad racial considerable: los trabajadores de color ganan 25% menos que los blancos.
Esa estrategia de recortes fiscales, aderezada con amenazas y amagos, debió traer nuevas inversiones y trabajo, cosa que no ha sucedido. Incuso, el empleo reporta tasas de crecimiento inferiores a las registradas en la administración de Obama. Otro factor de la lenta recuperación del empleo, sobre todo el de las mujeres, es por la reducción en el gasto en seguridad social que ofrece el servicio de guarderías.
Las guerras comerciales iniciadas por Trump, contra China y otros países, no han logrado reducir el déficit comercial, sino todo lo contrario. Por otro lado, el endeudamiento externo se ha magnificado, llegando a incrementos de hasta 10% anual.
Los indicadores macro no reflejan necesariamente el humor social ni la felicidad personal. Es cierto que las personas meten la mano al bolsillo antes de emitir su voto, pero también escuchan el consejo de su cabeza y el sentir de su corazón.