En 1993 Octavio Paz (1914-1998) escribe el ensayo La llama doble (Seix Barral-Biblioteca Breve, 1999), que se integra de nueve partes que reúnen reflexiones, imágenes y metáforas sobre el amor que relacionan la poesía, el pensamiento y la vida del autor. Paz sobre el texto dice que “me enamoré. Entonces decidí escribir un pequeño libro sobre el amor”.
Sobre este texto se han escrito muchos estudios y reseñas. Paz ofrece una reflexión sobre la historia del amor en Oriente y Occidente porque “el ocaso de nuestra imagen del amor sería una catástrofe mayor que el derrumbe de nuestros sistemas económicos y políticos, sería el fin de nuestra civilización”.
En esta obra, dice Liliana Muñoz, “se funden el poeta, el ensayista, el lector, el hombre: el Paz que escribe es el Paz que vive y ha vivido –que ha sentido y padecido– la pasión amorosa. El movimiento de La llama doble es pendular: Paz utiliza como eje la memoria histórica para articular su propia visión del amor, iluminando –embelleciendo– cada pasaje con imágenes poéticas que constituyen en cierto modo la cristalización de sus lecturas”.
Paz en el texto reflexiona sobre tres llamas: sexo, erotismo y amor que son “manifestaciones de lo que llamamos vida”, pero creación humana son solo el erotismo y el amor. Las tres llamas se necesitan, pero manifiestan estados diferentes. Hay una graduación que va del sexo al amor pasando por el erotismo. El sexo es lo instintivo y lo más primitivo, el erotismo es ceremonia del deseo y de los cuerpos y finalmente viene el amor, que es la entrega incondicional al otro.
Sin sexo no hay reproducción. Es una necesidad, para que la humanidad siga existiendo, pero el hombre y la mujer en su encuentro deben trascender la sola función de multiplicarse. El erotismo, un escalón en el proceso de humanización, no se sujeta al fin de la reproducción, y permite el encuentro de los amantes en el gozo compartido.
El lenguaje propio del erotismo es la mirada, la imaginación, la palabra y el cuerpo. Se expresa en el deseo de estar con el otro, de tocar al otro y de ser uno con él. Es también sexualidad, pero de otro modo. El erotismo conduce al amor, pero no necesariamente en todos los casos.
Paz plantea que el amor está presente en todas las civilizaciones, aunque de distinta manera. El amor es erotismo transformado. En su búsqueda encuentra que el amor tal como hoy día se entiende en Occidente surge con la idea del amor cortés en la Provenza francesa en los siglos XI y XII. Es la consagración total a la amada, al amado, que implica la vida sexual y erótica con sola una persona.
En versión de Paz un grupo de poetas, en el espacio de 200 años, crearon la manera de cómo entender el amor que hoy día sigue presente en Occidente. Esos poetas revolucionaron el contenido y la imagen del encuentro de la pareja. Los amantes, en su condición de amantes, eran iguales. Solo en esa igualdad puede fructificar el amor.
El amor como lo entiende Paz se da siempre en la relación con el erotismo. La amada, el amado, que es el objeto del deseo, supone una persona real y tangible, no una idea abstracta. Siempre se ama a una persona en concreto.
Paz, en la figura del asceta y el libertino, encuentra los dos extremos en el impulso del amor erótico. Los dos tienen en común que niegan la reproducción. El primero a través de la castidad se propone la comunión con Dios y el segundo busca en el placer por sí mismo el sentido de la vida. Uno y otro buscan romper con las convenciones del mundo. Uno y otro también enfrentan la vida en solitario.
Los dos renuncian a la pareja y todas las parejas, dice Paz, son la réplica de la pareja original. Aquella que por el pecado fue expulsada del Paraíso. Desde entonces, la pareja busca aquello que la reconcilie con el Paraíso perdido que es, precisamente, el amor. Y el amor penetra y traspasa el tiempo, para crear un espacio propio donde no existe el principio y el fin sino solo el tiempo que no tiene tiempo. La eternidad.
En el encuentro erótico, cada uno de los integrantes de la pareja se crea y recrea. Uno y otro son lo mismo, pero no son lo mismo. El erotismo es, dice Paz, un acto de “creación y destrucción. Es instinto: temblor pánico, explosión vital”, que deja atrás la función primaria de la reproducción, para dar lugar al amor.
El amor solo es posible entre personas realmente humanas. Es un amor muy distinto al amor de los hijos, de los padres y de los amigos. Este amor, del que se habla en el libro, requiere del “elemento erótico, la atracción hacia un cuerpo”.
Entre la religión y el amor hay una estrecha relación y Paz afirma que “nuestra poesía mística está impregnada de erotismo y nuestra poesía amorosa de religiosidad”. El Cantar de los Cantares es un poema erótico que alimenta la imaginación y la sensualidad. El éxtasis místico siempre ha estado asociado al placer sexual.
La llama doble
Octavio Paz
Seix Barral-Biblioteca Breve
México, 1999
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