Para muchos, China es un país incongruente. Se autoproclama socialista, dirigida por un partido comunista, pero en la práctica se comporta como capitalista. ¿Cómo es esto? Para comprender sus decisiones, primero debemos entender su cultura. Los chinos viven en una sociedad orientada hacia el grupo al cual todos están interconectados.
En este sentido, la política no es dirigida por partidos ni políticos, sino por el acuerdo del colectivo, en un proceso vertical. En un país tan extenso y poblado la mejor forma de tomar decisiones e implementarlas es de forma unilateral, de arriba hacia abajo, pero con un sistema muy sensible al sentir comunal, de abajo hacia arriba.
Con la llegada de Mao al poder en 1949, China viviría durante 3 décadas bajo un férreo sistema comunista. Planificar centralmente una economía tan compleja como la china no fue fácil, por lo que el sistema fracasó estrepitosamente. Se nacionalizó la banca, se formaron comunas en el campo y a toda la población se le pidió producir acero en fundidoras artesanales instaladas en los patios traseros.
La falta de incentivos económicos a la producción y la imposibilidad de alcanzar las metas alegres impuestas por el gobierno, llevaron a los responsables de las unidades productivas a falsear los datos de producción de bienes y de cosechas en el campo, lo que causó grandes crisis de desabasto y hambrunas agudas.
En 1976 muere Mao y llega al poder el ala reformista y pragmática representada por Xiaoping. “Qué más da si el gato es blanco o negro, lo importante es que atrape ratones”, solía decir cuando se le planteaba el dilema comunismo-capitalismo. Las reformas comenzaron por el campo, donde se permitió producir por cuenta propia y vender los excedentes a un precio determinado por el mercado.
Durante la década de los 80´s, se comenzó a abrir la economía gradualmente y las empresas públicas comenzaron a operar en un esquema muy cercano al capitalismo. Se privilegió la competencia, la producción comenzó a crecer a tasas sostenidas de dos dígitos y las exportaciones a casi tres. China ha continuado su crecimiento por esa vía, la de la desregulación, privatización y apertura comercial, aunque el sistema financiero sigue controlado por el Gobierno.
En los últimos años la población china a cuatriplicado sus niveles de ingreso y cientos de millones han abandonado la pobreza. Actualmente es catalogada como la segunda economía del mundo, superada únicamente por Estados Unidos.
La enseñanza más importante del éxito chino es su pragmatismo a ultranza. Se dejó de lado la parte ideológica económica del comunismo, que restringía el crecimiento, y solo se ha conservado la vertiente política. Los radicalismos asfixian. A fin de cuentas, la incongruencia mayor que puede tener un gobierno es actuar en perjuicio de su gente.