La economía es muy ingrata. No acabamos de celebrar una buena noticia cuando ya se comenzaron a manifestar fuerzas en contra. Que se apreció el peso con respecto al dólar, los exportadores ponen el grito en el cielo; que bajaron las tasas de interés, los ahorradores se quejan; que hubo un crecimiento económico mayor al esperado, la inflación amenaza golpear al consumidor.
El INEGI reportó en días recientes una tasa de inflación anual para la primera quincena de septiembre inferior al 3%, la más baja en los últimos tres años. De la misma forma, el incremento inflacionario para la primera quincena de enero fue del 0.17%, la cifra más reducida desde que este indicador se calcula, es decir, hace poco más de dos décadas.
Es sin duda una gran noticia. Primero, porque el Banco de México está cumpliendo con su función primaria: la estabilidad en los precios.
Segundo, porque una inflación controlada y una reducción en las tasas de Estados Unidos permiten un descenso en la tasa de interés en México, como ya sucedió y seguirá sucediendo. Tasas de interés menores se traducen en más inversión física y productiva, generadora de crecimiento y empleo.
Tercero, se fortalece el poder adquisitivo de las familias mexicanas. De nada sirve que los salarios suban si también lo hacen los precios. Si éstos se mantienen fijos o disminuyen, a las familias les rendirá más su dinero.
Recordemos que los precios en una economía de mercado, como la nuestra, son fijados por la demanda y la oferta. En este caso, como la demanda por bienes y servicios no ha crecido, no han existido presiones alcistas a los precios. Esto no es necesariamente una buena noticia.
Por el lado de la oferta, de los precios que más impactan a la inflación son los energéticos, que han mostrado una reducción, incluso, a pesar del incremento de los precios del petróleo derivados de los ataques a Arabia Saudita. Esta, sin duda, sí es una gran noticia.
Hay otros precios clave que se han reducido, los de algunos productos del sector agropecuario, como el trigo, el maíz y la carne de res. Esta es una buena noticia para los consumidores, pero una mala, muy mala, para los productores, quienes difícilmente podrán cubrir sus costos de producción y trasladarán la presión al gobierno para que cubra el diferencial.
Así es la economía, en ella nada es completamente negro ni completamente blanco. A veces da en abundancia; otras, receta medicina amarga. Es cuestión de entenderla y buscar encontrar siempre los equilibrios óptimos.