Como el amable lector sabe, en meses pasados el Presidente de Estados Unidos Donald Trump amenazó con imponer algunos aranceles a productos clave mexicanos que son básicamente una parte muy importante del comercio entre México y Estados Unidos, y por supuesto, importante de cara a mantener una sana balanza comercial: México con respecto a lo que le vende a Estados Unidos.
Esa amenaza viene por un ultimátum que se cumplió en días pasados por motivo de la ineficiencia y la ineficacia del gobierno mexicano para contener la migración centroamericana hacia Estados Unidos, cosa que por supuesto provocó una oleada importante de migrantes para solicitar el asilo en la unión americana.
Finalmente el plazo se cumplió y el canciller Marcelo Ebrard fue a reportar el estado de la situación de control que ya tiene el gobierno mexicano con respecto a los migrantes centroamericanos que no logran entrar a México y por lo tanto no puede llegar a la frontera norte con los EEUU de América.
El canciller refirió al Secretario de Estado norteamericano el número de elementos, más de 21 mil elementos de la Guardia Nacional conteniendo la migración centroamericana hacia el interior de México y por supuesto que se ve reflejado hacia la frontera norte con Estados Unidos, además del número de repatriados, más de 42 mil desde México hacia diferentes países centroamericanos, lo cual, por supuesto, ha representado una baja considerable de solicitantes de asilo con respecto a la unión américa, sin embargo hay un punto muy relevante que no termina de comprenderse, por un lado cuando un país le pide apoyo a otro país, normalmente el primer país, es decir, el país solicitante de cooperación ofrece algo a cambio, ya sea una ayuda económica o una ayuda política, pero en este caso no hemos visto por parte de los Estados Unidos, ningún ofrecimiento y mucho menos la demanda por parte del gobierno mexicano o del canciller de una contraprestación o un intercambio para contener esta migración, lo cual resulta comprensible desde el punto de vista que nada más tomar la Presidencia de la República, el Presidente Andrés Manuel López Obrador invitó e incitó a la venida de migrantes hacia México, es decir, primero una política de puertas abiertas a la migración y posteriormente, después de la amenaza que justamente perpetró el presidente Donald Trump, cambió radicalmente la política exterior con relación a los migrantes.
Pero no solamente se hizo eso, sino que tampoco pidió ningún tipo de ayuda hacia los Estados Unidos o de Estados Unidos hacia México, pues la contención de esta migración representa un gasto para el estado mexicano, y cuando hablo de estado mexicano también me estoy refiriendo a todos los contribuyentes ciudadanos de los Estados Unidos Mexicanos.
La lección que nos deja esta amarga experiencia es que no podemos ceder constantemente a todas y cada una de las pretensiones de Donald Trump sin exigir nada a cambio, por un lado, y por otro lado, también nos deja una sensación amarga el hecho de que el canciller Marcelo Ebrard no haya sido quizá lo suficientemente firme al momento de negociar.
Veremos cómo sigue evolucionando la relación México – Estados Unidos, altamente dependiente, en donde México quizás tiene más que perder. Sin embargo, no debemos olvidar que las relaciones internacionales también deben basar su desarrollo en función a la cooperación internacional.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Abogado internacionalista y catedrático universitario.
Correo: cgonblanc@aim.com