Por: Liébano Sáenz
México tiene que encarar el reto del acuerdo con el país vecino. Su presidente es impredecible en grado extremo, pero tiene límites y referentes que lo contienen. Donald Trump ha modificado mucho de la política y la economía; sin embargo, para hacerlo requiere acompañamiento de su partido y de la mayoría en el Congreso, eso significa que la prioridad electoral a la vista en noviembre del próximo año será el referente principal en su aparentemente caótico y contradictorio manejo del gobierno.
Esto implica actuar a partir de la racional que mueve al presidente Trump. Las decisiones se revisan a partir de sus resultados, particularmente los que afectan a la economía y a las intenciones de voto futuras. Los aranceles son obstinación para Trump porque ha interiorizado la idea de que el déficit comercial conspira contra la fortaleza de EU, esto representa un problema para México por el tamaño de superávit, pero también para las empresas norteamericanas en nuestro país y en EU. La afectación a las cadenas de suministro y el tiempo y las implicaciones de la relocalización requieren ajustes, particularmente si impacta la inflación y con ello el voto adverso.
El tema migratorio ha escalado a partir de los problemas que ha enfrentado Trump y se avizora imposible cumplir con su compromiso de deportar un millón de indocumentados al año, además de la afectación a las economías regionales; lo que ha hecho es politizar la acción migratoria para enfocarla en estados y ciudades gobernadas por sus rivales políticos; no queda claro que haya tenido los resultados esperados y, por lo pronto, para él, habrá de darse un viraje para enfocarse en la seguridad fronteriza.
El gobierno de México ha cumplido con creces las solicitudes de Trump: sellar la frontera para disminuir de manera significativa el trasiego de drogas, particularmente fentanilo, y la migración indocumentada. De hecho, esos son los principales logros de su administración y se deben a la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, de Trump no hay que esperar gratitud ni reciprocidad, como se advierte en sus declaraciones. Su forma de ejercer el poder y sus prioridades políticas no dan para eso.
De este lado, y es responsabilidad de todos, unidad nacional, perseverancia y prudencia son fundamentales.
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