Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político
Pelear por todo y por nada, hace parte de la cotidianidad de fanáticos, esos que sin importar su matricula doctrinaria, defienden de manera férrea un ideario que solo a ellos interesa, por su parte los demás, ríen al ver la novela cotidiana del conflicto en las mal denominadas: “redes sociales”.
Ni son redes, ni son sociales, son plataformas digitales: sustentan la interacción de personas muchas veces agobiadas a expensas de su necesidad de reconocimiento y validación, generan sentimientos encontrados de inseguridad y autoestima, motivan la ansiedad por saberlo todo y auspician la búsqueda de recompensa por lo que se dice.
Crear un entorno digital saludable es el nuevo reto que nos plantea el mundo contemporáneo, el límite está en cada uno de nosotros, debemos auspiciar la auto reflexión, evitar la exposición ante el contenido negativo o dañino y proteger la salud mental por cuenta de tanta crítica desproporcionada que no da tregua.
No sufrir o por lo menos evitar la reacción a lo que otros publican, nos lleva a evitar discusiones imanes, es un estadio de tranquilidad al que cuesta llegar en un mundo donde la disputa por tener la razón a perdido sentido.
Ser coherentes nos corresponde, desde lo políticamente correcto, más allá del deseo del activismo y los medios tradicionales, los intelectuales, las escuelas de pensamiento o el deseo de beneficiario que se manifiesta cuando obtiene un botín, grande o chico, es momento para dejar de ser fustigadores permanentes, algo que no le gusta a muchos, pero, los juicios de valor solo interesan al que escribe.
No podemos negarnos a la posibilidad de obviar la interacción pero, lo que resulta absurdo es encarnizar posturas para llevar la contraria en una guerra de votantes duros cuya cantidad ha venido en decadencia.
“La próxima vez que un activista lleve la contraria hay que darle la razón para dejarlo dormir tranquilo, tal vez al día siguiente comprenda que sus oponentes también existen y piensan”.
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