La tensión entre Israel e Irán alcanzó un nuevo y alarmante punto de ebullición en las primeras horas del lunes, tras una serie de intercambios aéreos de gran escala que han dejado cientos de muertos, miles de heridos y un clima de incertidumbre en la región.
Desde Teherán hasta Tel Aviv, los bombardeos cruzados entre ambos países han golpeado con fuerza zonas estratégicas y poblaciones civiles. Israel fue blanco de una ofensiva con misiles balísticos que impactaron ciudades como Jerusalén, Haifa, Bat Yam y Petah Tikvah, mientras que las fuerzas israelíes respondieron con una ola de ataques sobre infraestructura militar y centros de investigación en territorio iraní.
Hasta el cierre de esta edición, las autoridades de Tel Aviv reportaban al menos 19 personas fallecidas y más de 460 heridas, tras una intensificación de la llamada “Operación León Naciente”, lanzada por el gobierno de Benjamin Netanyahu el pasado viernes. La localidad de Petah Tikvah concentró el mayor número de víctimas, con cuatro muertos y decenas de lesionados.
En contraste, Irán ha sufrido un golpe aún más letal. De acuerdo con cifras oficiales, los ataques israelíes provocaron la muerte de 224 personas y dejaron más de mil 200 heridos, en su mayoría civiles. Entre las víctimas mortales, el gobierno iraní confirmó la pérdida de figuras clave de su aparato militar y científico, incluidos tres altos mandos de la Guardia Revolucionaria y al menos 14 investigadores nucleares.
Las operaciones aéreas israelíes se concentraron en instalaciones del Ministerio de Defensa y la Organización de Innovación e Investigación Defensiva en Teherán, considerada por las agencias de inteligencia como el núcleo del programa nuclear iraní. Según el mando militar israelí, más de 50 cazas participaron en los ataques, que también alcanzaron depósitos de armas y combustible en el oeste iraní.
La escalada también se trasladó al terreno diplomático y político. El primer ministro Netanyahu advirtió que Irán “pagará un precio muy alto” por los ataques a objetivos civiles, mientras un alto funcionario de su gabinete responsabilizó directamente al líder supremo iraní, el ayatollah Ali Jamenei, de ordenar acciones contra la población israelí, aunque sin presentar pruebas.
Por su parte, el canciller iraní, Seyyed Abbas Araghchi, condicionó un eventual cese de hostilidades a la suspensión total de los bombardeos israelíes, al tiempo que acusó a Estados Unidos de complicidad activa. “Contamos con evidencia del uso de bases y logística estadounidense en estos ataques”, declaró sin detallar los elementos probatorios.
En medio de la crisis, se han registrado episodios de tensión social. En la ciudad israelí de Tamra, predominantemente árabe, se difundieron imágenes de civiles celebrando la muerte de cuatro palestinos israelíes tras un ataque con misiles. Las imágenes, que mostraban a jóvenes coreando canciones nacionalistas, generaron indignación en redes y medios internacionales.
Mientras tanto, Irán ha declarado a través de mediadores de Qatar y Omán que no participará en ninguna negociación de alto el fuego mientras persista la ofensiva israelí. Además, se reportaron explosiones en su capital producto de cinco coches bomba, y se anunció la captura de presuntos agentes del Mossad en posesión de explosivos y drones armados.
La gravedad del conflicto ha puesto en alerta a toda la región. Yemen, a través del grupo hutí, se sumó a las acciones ofensivas en apoyo a Irán, lanzando misiles hacia el centro de Israel. En tanto, se reportaron sismos leves en la provincia iraní de Qom, cerca de la planta nuclear de Fordo, lo que ha despertado preocupación adicional por la posible vulnerabilidad de instalaciones nucleares.
La comunidad internacional observa con creciente inquietud el deterioro de la situación, mientras el intercambio de fuego parece estar lejos de disminuir y las víctimas, en su mayoría civiles, siguen engrosando una tragedia de escala regional.
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