Por: Ricardo Homs
La nueva cultura política
Viciada de origen
¿Con sólo el 13% de electores sufragando en casillas se podrá legitimar democráticamente la pasada elección judicial?
Desde la perspectiva moral es imposible legitimar esta elección. Tendremos un Poder Judicial impuesto por la 4T a través de una operación “de estado” para sembrar a sus partidarios en los cargos decisivos del Poder Judicial.
Sin embargo, no se está reconociendo que el 87 % restante del padrón electoral también votó, pero no lo hizo sufragando en las urnas.
Ese 87 % que decidió no acudir al llamado del INE fue muy claro al externar su decisión, votando simbólicamente a través de su ausencia. La negativa a votar y avalar un atropello en contra de la justicia, es una respuesta que debe respetarse.
Esta gran mayoría no sufragó presencialmente por las condiciones que rodearon a esta elección y por tanto, quiso evitar la manipulación morenista que pretendía imponer las listas de candidatos a través de los acordeones. De este modo, -con plena conciencia-, decidió no votar para manifestar así su repudio a una reforma judicial amañada, populachera, autoritaria y vengativa.
Las reglas de esta elección mañosamente no consideraron que una baja votación debiese llevar a la no ejecución de sus resultados, lo cual sí estuvo considerado en la denominada “revocación de mandato”, que exigía una participación ciudadana del 40% del padrón electoral para que fuese vinculatoria, o sea, para que su resultado surtiese efecto.
Curiosamente la SCJN quedó en manos de lopezobradoristas incondicionales, -como lo es quien ejercerá el cargo de ministro presidente de la Corte-, Hugo Aguilar Ortiz y por lo menos ocho de los nueve que compondrán la SCJN a partir del primero de septiembre.
A su vez, el Tribunal de Disciplina Judicial, -que sustituye al Consejo de la Judicatura Federal-, y es el organismo que se encargará de investigar y sancionar a jueces y magistrados por violaciones a la ley, a partir de ahora estará bajo control de la 4T y los manipulará a través de sanciones, para que sus sentencias respondan a sus criterios e intereses. De este modo se pierde la “libertad de conciencia” que respalda la imparcialidad que debe aplicarse al impartir justicia.
A partir de ahora todo tendrá una visión de conveniencia política y el ciudadano de modo absoluto estará en las manos del gobierno y de sus funcionarios.
No aceptar el mensaje enviado por el 87% de los mexicanos con capacidad para votar significa violentar la decisión ciudadana.
El compromiso del nuevo Poder Judicial no es la aplicación de la justicia, sino cumplir las expectativas de los votantes, aunque esto signifique dictar sentencias contrarias al espíritu de nuestra Constitución, tal y como sucedió hace 2000 años con el juicio realizado por Poncio Pilato en contra de Jesús. No siempre las mayorías tienen la razón y por ello pueden cometer las más atroces injusticias.
Este nuevo Poder Judicial tendrá de respaldo la fuerza del estado, pero carecerá de autoridad moral.
Son los partidos políticos, -con apoyo ciudadano-, quienes deben impugnar esta elección ante las autoridades mexicanas, pero de no lograrse ésto, recurrir a los organismos internacionales de los que el Estado Mexicano forma parte, pues lo que debe prevalecer es la voluntad del 87% de los mexicanos que silenciosamente, con nuestra ausencia, votamos en contra, deslegitimando este proceso.
Manipulación y democracia
Hoy como nunca estamos atrapados en la manipulación del ideal democrático.
La democracia conlleva el grave riesgo de la manipulación, sobre todo en un país tan emocional como el nuestro.
Del mismo modo que López Obrador echó abajo un aeropuerto del primer mundo, -como iba a ser el de Texcoco-, con una simple auscultación popular, -preguntando a quienes jamás se han subido a un avión-, y menos aún son usuarios cotidianos de un aeropuerto, si éste se terminaba de construir o no, se llevó a cabo la reforma judicial, prometiendo una justicia que ahora estará más lejos del pueblo vulnerable.
El estado es quien tiene a su alcance todos los medios para manipular el voto ciudadano, tanto recursos económicos, -como los medios de coacción sobre los concesionarios de radio y TV-, y a eso le apuesta la 4T con su supuesta “vocación democrática”, que es totalmente manipuladora.
Con la desinformación total se convocó a una elección judicial, cuando casi todo el electorado ni siquiera entiende qué es el Poder Judicial.
El voto consciente no existe en México, pues aunque esté disponible la información, no significa que ésta sea entendida, comprendida y menos aún asimilada.
El voto de los desinformados se convierte en altamente manipulable, y los acordeones promovidos por Morena en esta elección judicial dan cuenta de ello.
La democracia en manos de un sistema político manipulador legitima el modelo autoritario y centralista que hoy se está consolidando con esta elección judicial
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