Por: Julio de Jesús Ramos García
La reciente decisión del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 50% a las importaciones de acero y aluminio provenientes de México marca un nuevo capítulo en la ya compleja relación comercial entre ambos países. Esta medida, que duplica el arancel anterior del 25%, pone en riesgo más de 20,000 millones de dólares en exportaciones mexicanas anuales y amenaza directamente a 380,000 empleos y 7,500 millones de dólares en inversión.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha calificado esta acción como “injusta” e “insostenible”, argumentando que viola los principios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Aunque ha anunciado que México tomará medidas para proteger su industria, ha enfatizado que no serán de represalia sino defensivas.
Apreciables lectores, desde una perspectiva económica, las consecuencias para México son preocupantes. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) anticipa una contracción del 1.3% del PIB mexicano en 2025 debido al impacto de estos aranceles, con una posible caída adicional del 0.6% en 2026 . Fitch Ratings también ha ajustado su pronóstico de crecimiento para México a 0% en 2025, indicando una recesión técnica.
Esta situación evidencia la alta dependencia de México del mercado estadounidense, donde más del 80% de sus exportaciones se dirigen a Estados Unidos . La imposición de aranceles no solo afecta a las exportaciones, sino que también genera incertidumbre en las inversiones y en la estabilidad económica del país.
Hoy es imperativo que México diversifique sus relaciones comerciales y fortalezca su mercado interno para reducir esta dependencia. Además, es necesario que se implementen políticas fiscales y monetarias que mitiguen el impacto de estas medidas y promuevan el crecimiento económico sostenible.
La situación actual representa un llamado de atención para que México reevalúe su estrategia económica y comercial. La resiliencia del país dependerá de su capacidad para adaptarse a estos desafíos y construir una economía más robusta y menos vulnerable a las decisiones unilaterales de sus socios comerciales.
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