Tráfico de ganado: opacidad y corrupción

Por: Adriana Delgado Ruiz |
@AdriDelgadoRuiz

Las pérdidas son por 11.4 millones de dólares diarios para los ganaderos mexicanos, mientras Estados Unidos no admita sus exportaciones de ganado y no hay garantía alguna de que esa medida vaya a ser únicamente por los 15 días anunciados inicialmente. El regreso de la muy peligrosa plaga del gusano barrenador a México es resultado de una irresponsable laxitud en la regulación, ineptitud en el gobierno y sí, mucha corrupción.

Durante el muy cuestionado gobierno de Rutilio Escandón en Chiapas, una de las muchas prácticas de corrupción que se extendieron fue la venta ilegal de los aretillos que se colocan en las orejas del ganado para certificar que esté libre de plagas y enfermedades. Así, los traficantes cruzaron miles de cabezas por la frontera sur hacia México, sin ningún control sanitario real.

A eso se agregó que el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), sin capacidad real para ejercer un control mínimamente eficaz, fue perdiendo cada vez más presupuesto. En 2018 disponía de 6 mil 882 millones de pesos para hacer su tarea en todo el país y en 2025 ya ha bajado hasta los 5 mil 433 millones.

¿Todos los ingredientes para la tormenta perfecta? Hubo más. En medio de la carestía de alimentos que ocasionó la pandemia, el entonces presidente, López Obrador, lanzó en octubre de 2022 el Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía (Apecic) que abrió la puerta para importar productos agropecuarios relajando al mínimo los controles de sanidad.

Los ganaderos mexicanos hicieron muchas advertencias sobre el riesgo que implicaba la medida, pero en vez de ser escuchados, se les señaló de ser codiciosos y de intentar que los precios de la carne se mantuvieran altos.

Las alertas no tardaron en llegar también desde Centroamérica y tampoco fueron tomadas en cuenta. Panamá se declaró en estado de emergencia zoosanitaria por gusano barrenador en julio de 2023, mes en que Costa Rica notificó también su primer caso detectado. En 2024 la alarma se extendió a Nicaragua en abril, Honduras en septiembre y nuestro vecino, Guatemala, en octubre. Para ese momento, los casos en América Central ya se contaban por miles. México no hizo nada, aun cuando la amarga experiencia decía que había que actuar y rápido.

En la década de 1970, el ganado mexicano había sido azotado por esa plaga. Erradicarla, costó dos décadas y 750 millones de dólares de esa época (unos 3 mil 200 millones de dólares actuales). En 1972 se estableció la Comisión México-Americana para la Erradicación del Gusano Barrenador del Ganado y en 1974 se echó a andar una Planta Productora de Moscas Estériles en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Fue necesario dispersar unos 250 mil 631 millones de esos insectos durante 58 mil horas de vuelo hasta que, en 1991, por fin se declaró erradicado el gusano barrenador en México. Aun así, como medida preventiva, la planta de moscas fue cerrada hasta 2013.

El secretario de Agricultura, Julio Berdegué, sostiene que ahora sí se inspecciona cada cabeza de ganado que transita del sur al centro y norte del país. Pidió a Estados Unidos que produzca moscas estériles para controlar la plaga, dado que es el único con capacidad actual para hacerlo. El asunto no es menor y hay que actuar rápido.