Por Liebano Saenz
Era algo que se veía venir: una segunda presidencia de Trump no será igual a la primera. Pensar que volveríamos a enfrentar una amenaza menor o fácil de manejar, fue un error de cálculo. También lo fue suponer que los aranceles eran solo una forma de presionar a socios y vecinos para que cambiaran su postura frente a temas como la migración y el narcotráfico. Desde un inicio el objetivo del nuevo gobierno de Estados Unidos era cambiar por completo su relación con el resto del mundo, y modificar profundamente la economía global. Los aranceles, en realidad, buscan que las empresas regresen sus fábricas y proveedores a territorio estadounidense.
Las decisiones de Trump no son de corte legal, pero tiene el poder para hacerlo y antes del 2 de abril ha quedado claro que sí va en la idea de aplicar aranceles, por ahora, a la industria automotriz. Esto afecta especialmente a sus principales socios comerciales, México y Canadá. Aunque todavía hay un proceso para definir el cómo, la decisión está tomada: Washington quiere que la industria automotriz se mude a su país, lo cual representa un gran golpe para las naciones vecinas.
Para México, esto marca el fin de una etapa que comenzó con el Tratado de Libre Comercio, un acuerdo que ayudó a modernizar nuestra economía y a convertirnos en un país exportador de manufacturas. Las regiones que lograron atraer inversiones y fábricas enfocadas en la exportación fueron las más beneficiadas. Ahora, esa historia de éxito entra en una nueva fase. La realidad ha cambiado y nos toca adaptarnos.
Este nuevo escenario no será fácil para nadie. Las zonas del país que dependen de la industria exportadora serán las más golpeadas. Y en el plano nacional, tendremos que repensar cómo crecer a corto, mediano y largo plazos. Sin caer en el pesimismo, está claro que el modelo económico necesita un rediseño que se aleje del populismo paternalista y promueva la inversión y el consumo interno. El gobierno y la política juegan un papel clave en ese proceso. Se necesita una solución a la altura del problema, y eso solo se logra con unidad e inclusión.
Ahora más que nunca, es fundamental que todos estemos en la misma página. El país necesita sumar esfuerzos y trabajar en conjunto para enfrentar la nueva circunstancia.