NO TOMAR DECISIÓN, LA PEOR DECISIÓN.

Hay políticos que para asumir determinaciones son dubitativos, quieren quedar bien con todo el mundo, se les percibe como indecisos o débiles, su ausencia de carácter erosiona la confianza en su liderazgo y se convierten fácilmente en representantes de la inacción y la falta de operatividad.

Tomar decisiones representa escoger una opción entre varias alternativas con el fin de alcanzar un objetivo o resolver un problema, evaluar condiciones probables y asumir que las medidas escogidas serán adecuadas o efectivas, refleja una condición que todo líder debería tener: “arrojo”.

Los ciudadanos esperan que un dirigente actúe y resuelva, asuma posturas y por supuesto evite la especulación, esa que gracias a la crítica arremete con la reputación cuando las acciones son débiles y quieren satisfacer a todos.

Medir los tiempos y ser efectivos con posturas resolutivas debe conducirles a identificar problemas, recolectar información, evalúar a sus oponentes,
seleccionar opciones, apelar a la creatividad y comunicar efectivamente, estos son los componentes, parte de la clave del éxito.

Hay acciones programadas o no, las hay estratégicas o tácticas, la gestión del miedo es determinante y la incertidumbre que debemos disminuir, siempre hará presencia; lo cierto del asunto es que el riesgo no es caerse, es no levantarse.

La buena gestion muchas veces puede ser impopular pero efectiva, así las cosas nuestros lideres tienen el reto de aceptar que los proceso de toma de decisiones además de legales y legítimos, requieren ejecución pues sino, se convierten en ideas vanas, gaseosas y envanecidas.

“Si lo dijo cúmplalo…”, evite caer en la tentación de hablar sin hacer, todo por cuenta de un equipo que le escucha, se ríe a solas y al final del día no soluciona nada.

Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político