Por: Antero Carmona
De acuerdo al informe anual “Estado de los recursos hídricos mundiales”, elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) –agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua–, el 2023 ha sido el año más seco para los ríos de todo el mundo desde 1991 y, los glaciares registraron la mayor pérdida de masa registrada en 50 años, afectando el ciclo hidrológico del planeta.
Dicho informe incluye información sobre los volúmenes de los lagos y los embalses, datos sobre la humedad del suelo y sobre el estado que guardan los glaciares, además, de la aportación de expertos en hidrología, en servicios meteorológicos, de miembros de la comunidad mundial de modelización hidrológica y organizaciones de apoyo, como el Centro Alemán de Investigación de Geociencias –GFZ, por sus siglas en alemán–.
Uno de los datos más alarmantes del informe refiere que, en los últimos cinco años, los flujos fluviales han sido muy inferiores a los normales y los de entrada a los embalses siguieron una pauta similar, lo que ejerce una mayor presión sobre el abastecimiento de agua.
Los recursos hídricos son un indicador del cambio climático, ya que, con el aumento en las temperaturas, el ciclo hidrológico se ha acelerado, asimismo, se ha vuelto más irregular e impredecible, enfrentamos a problemas crecientes de exceso o escasez de agua. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que favorece las precipitaciones intensas. La evaporación más rápida y la desecación de los suelos empeoran las condiciones de sequía.
Aquí en México, el almacenamiento en los embalses de todas las cuencas varió significativamente, lo que reflejó la influencia de la gestión de los recursos hídricos, por ejemplo: El Río Bravo mantiene un cauce no navegable, hay tramos en los que se seca por completo, además de sufrir sobreexplotación. El Río Mixteco –río del centro sur de México, afluente del río Atoyac que discurre por los estados de Oaxaca y Puebla-, su evaporación ha desencadenado una crisis en el sur de Puebla, dejando a las comunidades sin un flujo de aproximadamente 26 mil litros de agua por segundo. El río Huechotitla, en la sierra de Otontepec, Veracruz, está completamente seco. Además, hay otros lugares que se están secando por la falta de lluvia en México, como el Lago de Pátzcuaro y la presa Miguel Alemán en Valle de Bravo. La sequía en México comenzó en 2021 y se ha intensificado en los últimos años, afectando a 30 estados y dejando a millones de personas sin acceso a agua potable.
Respecto al agua subterránea, se ha observado un notable agotamiento debido a la sequía y sobre explotación, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en su reporte“Actualización de la disponibilidad media anual de agua”, elaborado por la Gerencia de Aguas Subterráneas, menciona de manera general que, no existe volumen disponible para otorgar nuevas concesiones, por el contrario, existe un déficit. En México se reconocen 653 acuíferos o unidades hidrogeológicas, de los cuales, 104 se consideran sobreexplotados, y 18 están en condición de sobreexplotación extrema.
Más del 70% de los ríos del país están contaminados, sólo el 16% del agua industrial es tratada y llega de manera directa a los afluentes, al igual que el desagüe de localidades, tanto urbanas como rurales.
Los ríos, que durante siglos han sido la columna vertebral de la vida en la Tierra, están enfrentando una de las mayores amenazas de su historia. La sequía, el cambio climático y la explotación excesiva de los recursos hídricos están causando que muchos ríos se sequen, lo que tiene graves impactos para la vida en la Tierra.
El cambio climático está alterando los patrones de precipitación y evaporación, lo que está reduciendo la cantidad de agua disponible en los ríos, por otro lado, la creciente demanda de agua para la agricultura, la industria y el consumo humano están agotando los recursos hídricos, provocando que muchos ríos se sequen. La deforestación y la degradación del suelo están reduciendo la capacidad de los ecosistemas para retener el agua, contribuyendo a la sequía de los ríos, igualmente, el uso ineficiente del agua está contribuyendo a que estos se agoten.
La sequía de los ríos tiene graves impactos en la especie humana y la naturaleza, se está reduciendo la cantidad de agua potable disponible, lo que está afectando la salud y el bienestar de las comunidades, principalmente aquellas comunidades con índices de pobreza.
También hay daños a la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos, lo que está poniendo en peligro la supervivencia de muchas especies de plantas y animales. La sequía de los ríos está afectando la agricultura y la economía, agravando la seguridad alimentaria y el bienestar económico de las comunidades.Además, contribuye al desplazamiento de comunidades, aumentando la migración y el conflicto, ya que se disputan los recursos hídricos.
Los ríos son ecosistemas sumamente diversos y productivos, que contribuyen al crecimiento económico, la seguridad alimentaria y el bienestar humano. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), estima que 2,000 millones de personas en el mundo dependen directamente de los ríos para proveerse de agua potable y, 500 millones de personas viven en deltas fluviales –formación geográfica que se produce en la desembocadura de un río, donde se depositan sedimentos-, dependiendo de sus recursos.
Los ríos proporcionan a las pesquerías uno los medios de subsistencia más productivos del mundo, beneficiando a más de 60 millones de personas, de las cuales, el 55% son mujeres. Cada año se capturan, por lo menos, 12 millones de toneladas de peces de agua dulce, lo que equivale a un 12% de todas las capturas de peces del mundo.
Para abordar la sequía de los ríos es necesario implementar medidas para conservar el agua, como la eficiencia en su uso y reutilización. Es necesario proteger los ecosistemas acuáticos, incluyendo la restauración de los hábitats naturales y la protección de las especies en peligro de extinción, conjuntamente,implementar un desarrollo sostenible, que proteja los recursos naturales para el bienestar de todos.
Si no hubiera ríos, gran parte de la vida en la Tierra sería insostenible, muchos seres vivos morirían, los ecosistemas colapsarían y la agricultura sería imposible, lo que causaría una crisis alimentaria; la falta de agua provocará enfermedades, migraciones masivas y conflictos por recursos.