Equinoccio de primavera: el descenso de la serpiente en Chichén Itzá
Cada año, durante el equinoccio de primavera y otoño, la pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá se convierte en el escenario de un fenómeno único que fascina a miles de visitantes: la proyección de una serpiente de luz que desciende por su escalinata norte. Este espectáculo, resultado de los cálculos astronómicos de la civilización maya, es una de las muchas muestras del impresionante conocimiento que alcanzaron en matemáticas, astronomía y arquitectura.
Chichén Itzá: un legado de la civilización maya
Ubicada en la península de Yucatán, Chichén Itzá fue fundada en el siglo VI y se convirtió en una de las ciudades más importantes de la cultura maya en el periodo posclásico. Su desarrollo fue impulsado por el comercio, la religión y la astronomía, permitiéndole establecer alianzas con otras ciudades como Uxmal y Mayapán.
En 1988, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad, y en 2007, la pirámide de Kukulkán fue reconocida como una de las siete maravillas del mundo moderno. Este reconocimiento no solo resalta su importancia histórica y cultural, sino también la fascinación que sigue generando en la actualidad.
La pirámide de Kukulkán y su precisión matemática
El edificio principal de Chichén Itzá, conocido como el Castillo o pirámide de Kukulkán, es una estructura que refleja la profunda conexión de los mayas con el tiempo y el cosmos. Su diseño incorpora referencias al calendario maya, como los 91 escalones en cada una de sus cuatro caras, que sumados al peldaño superior dan un total de 365, representando los días del año solar.
Además, en la parte superior se encuentra un templo rectangular y en la base de la escalinata norte, dos cabezas de serpiente talladas en piedra que, junto con la proyección de luz y sombra durante los equinoccios, crean la ilusión de que el dios Kukulkán desciende desde los cielos.
El descenso de la serpiente: un fenómeno astronómico y espiritual
El equinoccio de primavera y el de otoño son los momentos del año en que el Sol se encuentra directamente sobre el ecuador terrestre, lo que provoca que el día y la noche tengan la misma duración. Durante estas fechas, aproximadamente a las 15:00 horas, la luz solar genera siete triángulos de sombra en la escalinata norte de la pirámide, formando la silueta de una serpiente en movimiento.
Este evento era interpretado por los mayas como la llegada del dios Kukulkán para fertilizar la tierra y dar inicio a un nuevo ciclo agrícola. La precisión con la que fue diseñada esta proyección demuestra el avanzado conocimiento astronómico de la civilización maya y su capacidad para alinear sus construcciones con eventos cósmicos.
Otros fenómenos en los equinoccios de Chichén Itzá
Además del descenso de la serpiente, la pirámide de Kukulkán alberga otro fenómeno vinculado al equinoccio: el resplandor del trono del jaguar. En la parte superior de la pirámide, dentro del templo, se encuentra un trono en forma de jaguar rojo con incrustaciones de jade que, cuando la luz solar lo alcanza, brilla intensamente, resaltando su simbolismo dentro de la cultura maya.
El cenote oculto bajo la pirámide de Kukulkán
El nombre de Chichén Itzá significa “boca del pozo de los itzaes”, en referencia a los cenotes que abastecían de agua a la ciudad. En 1997, estudios revelaron la existencia de un cenote oculto bajo la pirámide de Kukulkán, a unos ocho metros de profundidad.
Investigaciones del Instituto de Geofísica de la UNAM confirmaron esta teoría en 2015, y en 2017, exploraciones del Gran Acuífero Maya detectaron una posible entrada bloqueada con piedras. Se cree que esta estructura fue sellada de manera intencional, ya que el cenote podría haber representado un sitio sagrado dentro de la cosmovisión maya.
El esplendor de Chichén Itzá y su influencia tolteca
Chichén Itzá no solo se distingue por su pirámide principal, sino también por otras construcciones emblemáticas que reflejan la grandeza de la civilización maya. Entre ellas destacan:
• El Gran Juego de Pelota: el más grande de Mesoamérica, con una extensión de 70 metros de ancho y 168 metros de largo.
• El Caracol: un observatorio astronómico que permitía a los mayas estudiar los movimientos de los astros.
• El Templo de los Guerreros y el Bosque de las Mil Columnas: edificaciones con marcadas influencias toltecas.
• El Tzompantli: un muro de cráneos similar a los que se encuentran en Tula y Tenochtitlán, lo que sugiere un vínculo con otras culturas mesoamericanas.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha analizado estos elementos para entender mejor la relación entre los mayas y los toltecas, así como las razones que llevaron al declive de Chichén Itzá, posiblemente debido a conflictos internos.
Chichén Itzá sigue siendo un enigma que combina arquitectura, astronomía y espiritualidad, atrayendo a visitantes de todo el mundo que buscan presenciar el descenso de Kukulkán y conectar con el legado de una de las civilizaciones más avanzadas de la antigüedad.