El desplante

El desplante

Por: Edgar Mereles Ortiz. Lic. Comunicación social por la UAM Xochimilco.

En marzo de 1987, el Partido Revolucionario Institucional celebró su décimo tercera asamblea nacional. Un evento que fue el punto de quiebre de la crisis política que vivía el gobierno y su partido por la sucesión presidencial.

Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas estaban trabajando una plataforma política para democratizar el proceso de selección del candidato a la presidencia, se habían propuesto quitarle esa facultad meta constitucional y estatutaria que tenía el presidente en turno, facultad que el mismísimo General Lázaro Cárdenas instituyó e impuso cuando designó a Manuel Ávila Camacho como el candidato del Partido de la Revolución Mexicana, antecedente del PRI.

El evento de clausura se realizó en el Auditorio Nacional del Distrito Federal, la sede estaba atascada de los miles de delegados partidistas, burócratas, campesinos, obreros, legisladores, presidentes municipales. Diez mil asistentes dentro del recinto y muchos más afuera del inmueble.

En el escenario se montó una presídium como los que usaba el soviet supremo, una mesa principal de más de cincuenta sillas y atrás, decenas de sillas más. Era un presídium multitudinario.

Recuerdo perfectamente la llegada de Miguel de la Madrid, Presidente Constitucional del Gobierno de la República mexicana y jefe nato del partidazo. Todos los asistentes, en un solo reflejo, nos pusimos de pie. Los integrantes de la mesa del presídium, de forma automatizada, se voltearon para no dar la espalda al paso presidencial y poder darle la mano al titular del poder ejecutivo. Miguel llegó a su lugar, el auditorio no paraba de aplaudir, el Jefe del partido alzaba sus brazos y, con las palmas de las manos cerradas saludaba al respetable, giraba lenta y rígidamente su cuerpo de derecha a izquierda, mientras su rostro congelaba una sonrisa magnánima para todos.

El acto inició

Una silla estaba vacía exactamente atrás de Fidel Velázquez.

Jorge de la Vega inició su discurso. El auditorio estaba atento. El mensaje era definitivo para saber la posición de la institución sobre la demandas democratizadoras de los disidentes.

Llevaba pocos minutos de hablar del presidente del comité ejecutivo nacional del PRI, cuando un hombre salta al escenario y continúa su andar, pasó por atrás de Miguel, con espectacular y definitivo desdén, sin intentar saludar al presidente, siguió su paso y se detuvo atrás del octagenario líder obrero, Fidel sigue sentado y siente un abrazo cálido, afectuoso, respetuoso. Algo le dice el hombre al oído y los dos ríen sin discreción. El rostro de Miguel de la Madrid se endurece, la tensión crece, el público murmura, Jorge simula que nada ha pasado y minutos después proclamaba la intolerancia a las quintas columnas y caballos de Troya en las filas de la revolución.

El hombre que desdeñó a Miguel de la Madrid Hurtado era Joaquín Hernández Galicia, la Quina, líder del sindicato de los petroleros.

Ésta es una simple anécdota, lo demás es historia.

Hoy, un puñado de políticos de Morena tuvieron un acto de desdén hacia Claudia
Sheinbaum, la Presidente de la República Mexicana. Lo demás, será historia.

Edgar Mereles Ortiz.
Desde Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca a 9 de Marzo del 2025.