La existencia de una oposición política que cuestione y critique un gobierno garantiza control, equilibro, diversidad y confianza, da muestras de libre pensamiento y motiva que las cosas funcionen mejor.
Lejos del escenario ideal que supone oficialistas y rivales con reglas de juego equitativas y simples, el problema de la política contemporánea, enfrenta autoritaristas egolatras versus adversarios a veces también perversos y que se ocultan en perfiles falsos, todo con el objetivo de minar o proteger gobiernos.
Es una guerra sin armas que deja al descubierto la poco saludable democracia que tenemos; resulta habitual encontrarnos cada día con diversidad de opiniones, todo en representación de intereses y una puja constante que disputa votos, poder, dinero y egos.
Se ha hecho sencillo detectar que hay detrás, “cuando los ataques vienen del anonimato, son groseros y tienen un toque de morbo”, nada que hacer, eso carece de credibilidad, pero cuando hay respeto, pruebas y seriedad, se vale ser protagonista o antagonista.
La cuestión es que muchos se ven maltrechos, arrinconados y perturbados, el ataque consigue el objetivo y la desestabilización hace mella, la política pone a prueba lo que somos.
Gobernar o hacer campaña somete a cualquiera a la burla voraz cuyo propósito es afrentar, meterse en una dinámica de ruidos ensordecedores sin salir aturdidos, hace parte del éxito.
Cuando los escándalos llegan uno tras otro y en distintas áreas, el proyecto fracasa; cuando son eventuales y repiten más de lo mismo de forma incipiente, el protagonista va bien, su oponente se quedó sin argumentos.
“En política la crisis y la solución siempre estarán de tu lado, tú decides si buscarla y encontrarla”.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político