¿Ucrania morirá por Donald Trump?

Por: Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes

“Confíen en mí porque nadie me importa más que ustedes”.

Mensaje de Donald Trump en su segunda campaña presidencial.

¿Es posible comprender, darle sentido, dilucidar la coherencia de lo que está sucediendo en el mundo?

Si sólo vemos por la hendidura geopolítica puede ser relativamente fácil una respuesta.

Ni decadencia ni colapso, ni fracaso ni victoria en la guerra con Ucrania, Rusia se mantiene firme y Vladimir Putin -reelecto por su país hasta el 2030- se ha convertido, irónicamente, en uno de los hombres clave de los equilibrios de poder entre las potencias mundiales y los conflictos regionales actuales.

Como si lo hubieran planificado a dos voluntades Xi Jinping y V. Putin, han disipado la amenaza/inminencia de una guerra nuclear, y en una especie de guerra perpetua maduran a Ucrania como su principal enclave táctico anti occidental y anti estadounidense.

Occidente debe superar la sorpresa de que el nuevo líder de la Casa Blanca actúe demasiado cercano a los intereses de la dupla Xi – Putin.

Resulta que Trump 2.0, fascinado por las personalidades enigmáticas de Xi y Putin ha decidido como su primer acto valioso de política exterior y de fuerza con respecto a la guerra ruso-ucraniana brutalmente asesina, ofrecer de regalo la espada estadounidense a su adversario global ruso, inclinando el peso de la paz y el costo del apoyo financiero y bélico estadounidense a Ucrania.

Trump por ahora es congruente con la promesa de campaña con su electorado de evitar a su país más gasto oneroso estadounidense en la guerra ruso-ucraniana.

En ese marco de ases de poder y confrontación, Xi Jinping y Putin hasta ahora dominan con paciente estrategia los acontecimientos y han sido capaces de moldear los prejuicios psico políticos de sus adversarios hacia ellos, por la forma interesante en que han neutralizado/abrazado tácticamente y devuelto el golpe de la impredecible peligrosidad y auto complacencia que acompaña las acciones de los nuevos lobos políticos y tecnológicos globales Trump/Musk.

Probablemente durará mucho el efecto de desconcierto del golpe mundial asestado por Deep Seek como plataforma china realizada a descomunal bajo costo y de acceso gratuito frente al oneroso gasto en cientos de miles de millones de dólares erogado por sus oligarcas competidores, así como el tsunami político que significa la especie de pusilanimidad inicial de Trump ante las posiciones de negociación de Putin, al abogar con liquidar la paz contra Ucrania, cuando Trump le demanda el pago de 500 billones de dólares de sus recursos naturales para poder sostenerle la ayuda militar estadounidense contra Rusia.

Mientras el pueblo ucraniano veía con esperanza la llegada del Presidente Trump para garantizar una paz duradera, Trump y Putin se frotan las manos para dictar los términos de su derrota y la salida del poder del presidente ucraniano Zelenski.

Pero Zelenski llama a los actores europeos a ofrecer resistencia:

“Creo en Europa. Y vosotros debéis creer. Y os pido que actuemos por vosotros mismos, por Europa, por los pueblos de Europa, por vuestras naciones, por vuestros hogares, por vuestros hijos y por nuestro futuro común. Para ello, Europa debe volverse autosuficiente, una fuerza común unida, ucraniana y europea (…) Pero si no lo hacemos nosotros, ¿quién podrá detenerlos? Seamos francos: hoy no podemos descartar la posibilidad de que Estados Unidos diga `no` a Europa en cuestiones que la amenacen” expresó antier Volodímir Zelenski.

Abre así el presidente ucraniano una invitación a los europeos a que tomen distancia de la placenta estadounidense, superen el miedo a los lobos y se vuelvan sujetos de historia ante las guerras actuales y futuras.

Hay pues una disputa por el nuevo reparto del poder mundial que se quiere vender como el arte de la paz mundial, mientras el alto al fuego no está en la agenda real y Putin gana tiempo y respaldo político clave para superar sus escenarios críticos en la confrontación y avanzar su victoria territorial y militar sobre Ucrania.

¿Morirá Ucrania con la autoría de la Presidencia de Trump? Desde el inicio de la guerra de conquista de Putin hasta ahora Kiev sigue siendo el epicentro de resistencia y lucha nacionalista.

Lo que es un hecho es que estamos en el momento político de mayor confianza extrema que tiene en sí mismo el Presidente Trump, dispuesto a disparar alto para cosechar dividendos y dominar la escena del espectáculo de los efectos de poder perversos de su palabra y de su impresionante capacidad de comunicación política al instante, con los consecuentes beneficios o riesgos de corto plazo, sobre todo cuando la consistencia del futuro de las acciones que emprendan no solo dependen de su única voluntad.

Una novedad es la nueva fibra política personal de estos aspirantes a lobos autócratas míticos, que actúan públicamente con desfachatez, sin escrúpulos, con todo cinismo, fusionando sus intereses con el de sus naciones/electores.

A la vez, los temores que les despiertan sus adversarios/imitadores pares que desean reemplazarlos, les crea impaciencia inaudita, por eso están prestos a no dejar la carrera vertiginosa por el monopolio dominante de la competencia y de mantener la lealtad de quienes dependen para preservarse en el poder: presumen que encarnan el liderazgo mesiánico -como sucedió ante la salida de la URSS en Afganistán y los atentados terroristas de Estados Unidos del 11 de septiembre del 2001- que evitará les sea dictado el declive de sus potencias mundiales/imperios y que es fuente de un modelo universal de civilización.

Por ahora autócratas y oligarcas élite mundiales ajustan sus relojes de poder para cosechar nuevas victorias, mientras intentan definir las reglas de negociación, prioridades, agendas, cambios de régimen y campos minados de futuro de empresas, gobiernos, naciones de electores y sociedades enteras.

Cada vez hay más expectación sobre lo que harán la Presidencia de México, el gobierno de Canadá, las naciones árabes, el Sur Global, los gobiernos de Europa, las comunidades de electores de naciones con un espacio político/territorial/digital/energético asediado, orientado a controlar el mapa global de recursos minerales, naturales, tecnológicos y energéticos.

El mundo gira en torno a su propia complejidad, pero cada vez más personajes como Trump y proyectos hegemónicos como el que representan él y sus potencias mundiales pares, se empeñan en que pueden controlarlo como una brújula desde la que pueden dictar el curso negociado de los futuros o la sentencia de muerte a regímenes políticos adversos.