Por: Julio de Jesús Ramos García
La reciente Cumbre para la Acción sobre la Inteligencia Artificial, celebrada en París y copresidida por Francia e India, reunió a líderes mundiales y figuras destacadas del sector tecnológico con el objetivo de establecer directrices para una IA más ética y accesible. El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció inversiones privadas en IA por un total de 109.000 millones de euros, subrayando la necesidad de que Europa acelere su desarrollo en este ámbito para no quedar rezagada frente a potencias como Estados Unidos y China.
Sin embargo, la cumbre también puso de relieve tensiones y críticas hacia figuras prominentes como Elon Musk. El multimillonario francés Xavier Niel describió a Musk como “el mayor empresario del mundo”, pero también lo calificó de “idiota” en ciertas ocasiones, criticando sus “posiciones extremas y radicales”.
Pero mis estimados lectores, más de allá de las personalidades, es crucial analizar cómo el poder del big data y la IA pueden influir en dinámicas sociopolíticas, especialmente en el auge de movimientos de ultraderecha en Europa. El big data, definido como la recopilación y análisis de grandes volúmenes de datos de diversas fuentes, ha transformado la comunicación política. Las plataformas digitales permiten la difusión masiva e instantánea de mensajes, facilitando la formación de comunidades y la radicalización de sus miembros.
Durante la pandemia, se observó cómo la ultraderecha aprovechó las plataformas digitales para difundir desinformación y teorías conspirativas, exacerbando la polarización social. La manipulación de datos y el uso de algoritmos permitieron segmentar audiencias y personalizar mensajes, amplificando su alcance e impacto.
Al respecto y si vemos, figuras como Elon Musk, con su influencia en plataformas como X (anteriormente Twitter), juegan un papel ambiguo. Por un lado, promueven la innovación tecnológica; por otro, sus acciones y decisiones pueden amplificar discursos polarizantes. Es esencial que líderes tecnológicos y políticos reconozcan esta dualidad y trabajen para mitigar los riesgos asociados.
La cumbre de París representa un paso importante hacia la regulación y el uso ético de la IA y el big data. Sin embargo, es fundamental que estas iniciativas consideren no solo el desarrollo tecnológico y económico, sino también el impacto social y político. Solo a través de un enfoque integral se podrá garantizar que la IA y el big data contribuyan al bienestar de la sociedad y no a la exacerbación de divisiones o al fortalecimiento de movimientos extremistas.