Compromiso Global contra una Práctica Atroz
Desde el 6 de febrero se convierte en el Día Internacional de Tolerancia Cero con respecto a la Mutilación Genital Femenina. Recordando su resolución anterior, esta resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas insta a los estados miembros, el sistema de Naciones Unidas, la sociedad civil y las demás partes interesadas a usar el día como pieza integral para finalizar la MGF.
La Crueldad de la Mutilación Genital Femenina
La Mutilación Genital Femenina implica la resección parcial o total de los genitales externos femeninos sin motivos médicos, siendo reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de mujeres y niñas. Concentrada en cerca de 30 países de África, Oriente Medio, Asia meridional y algunos países asiáticos y comunidades de Latinoamérica, esta práctica deja cicatrices físicas y emocionales que perduran.
Cifras Impactantes y Desafíos Persistentes
Alrededor de 200 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital femenina; un acto atroz que constituye una de las formas más extremas de violencia contra la mujer a nivel mundial. Tanto la salud física como psíquica se ven amenazadas por complicaciones agudas y a largo plazo; que abarcan desde dolor crónico y hemorragias hasta riesgo de infección del VIH y complicaciones obstétricas agudas. En 1997, UNFPA y UNICEF, el Fondo de Población y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia respectivamente, lanzaron un Programa Conjunto Mundial para Erradicar la MGF; con el objetivo de “acelerar, con carácter de urgencia, la eliminación de la práctica”..
Objetivos de Desarrollo Sostenible: Una Hoja de Ruta hacia la Igualdad de Género
Dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, centrado en lograr la igualdad entre géneros, se destaca la meta de poner fin a la mutilación genital femenina. Establecer la igualdad y eliminar la discriminación y la violencia contra las mujeres y niñas son parte integral de esta agenda global.
Superando Barreras Culturales y Sociales
Las prácticas de mutilación genital femenina ilustran algunas desigualdades basadas en el género profundamente arraigadas en algunas sociedades. Este abuso basado en tradiciones, que se basa en prejuicios y degrada la capacidad de las mujeres de vivir con dignidad, es precisamente lo que mantiene la convención social de permitir la tortura, el maltrato y los castigos crueles o inhumanos. Para combatir esos patrones perjudiciales, se requiere un impulso para afirmar los derechos inherentes de mujeres y hombres.