Por Laura Garza
El fotoperiodismo sometido siempre a la credibilidad, porque lo que aparece en una imagen se apega a lo que pasó en la realidad. No hay inventos, no hay producciones, no hay imaginación porque lo que vemos es como sucedió.
El Foto Márquez, un joven mexicano que sin importar dónde vivía, cuántos coches tenía, cuánto dinero gastaba o cuánto sexo tenía por semana agredió a una mujer a golpes por una molestia, un enojo porque ella le golpeó el retrovisor de su coche al estacionarse accidentalmente.
La reacción desproporcionada lo llevó a golpear 12 veces a una señora que decidió en ese momento llamar a su seguro para que alguien se encargara de un tema que incluía a dos autos, un tema material que no hubiera pasado a más.
Todo sucedió hace casi un año, para ser exactos en febrero del 2024 en un estacionamiento de una plaza comercial en el estado de México.
La imagen como instrumento de credibilidad, de justificación y que en esta ocasión como en tantas “auxilia” para aplicar la ley y a la verdad.
El video (gracias que lo hubo) pone en evidencia el delito de feminicidio en grado de tentativa, pena por la que fue sentenciado el día de ayer el joven y pasará 17 años y seis mesas en prisión.
Como editora de fotografía en medios, las imágenes suelen clasificarse para clarificar el contenido. Como mujer también lo clasificaría de la misma manera como lo hizo el Ministerio Público.
Remito a los cuadros de imagen que aquí les presento para darse una idea que no fue una simple agresión, como algunos han defendido, que no era “para tanto”, ni mucho menos como una “tentativa de feminicidio”.
Quizá si los primeros cuatro puñetazos y dos ganchos que le propina a la señora antes de tirarla al piso, pudo haberse quedado en una gravísima agresión también con una merecida pena en prisión, pero el lanzarla al piso justo cuando pasaba un coche que bien pudo atropellarla (hubiera sido accidente) para después patearla seis veces y propinarle dos puñetazos más no indica que quiso “acabar” con ella, no sé en verdad qué es lo que nos pasa como sociedad.
Las cámaras de videoseguridad cada vez más necesarias, nos evidencian un porcentaje muy bajo de lo que sucede en las calles, de la violencia desmedida a la que cualquiera puede ser sometido o puede llevarla a cabo.
Si no hubiera salido a luz este video, el joven Fofo hubiera quedado libre y seguiría dando pincelazos de arrogancia y bajeza humana.
Pero para su mala suerte, su vida compartida en video también incluyó este acto cobarde y de un feminicidio en grado de tentativa.
Y si las imágenes principales le son insuficientes, la sonrisa con la que decide posar a la cámara en una fotografía oficial al ser arrestado termina por evidenciar el grave acto de este joven.
Los accidentes pasan, las agresiones no se pasan.
Insisto, si usted duda entre una tentativa de feminicidio y una “golpeadita” vaya a ver el video y cuente los golpes, los ganchos, las patadas y mire la mínima distancia en la que quedó el cuerpo de la mujer con el coche que pasa a su costado.
La importancia de la imagen en la vida, en la ley y en los medios de comunicación es porque auxilia a la incapacidad de un texto, de una nota periodística, de una historia, de un contexto y valida lo que en realidad sucedió.
Este país necesita más imágenes reales, más violencia visible para darnos cuenta que NO ESTÁ BIEN, que NO se justifica y que NO debe de ser normal actuar de esta manera y limitarnos a una disculpa, mientras el agresor se ríe ante los ojos de todos.
12 golpes bien valen 17 años.