La difícil sensatez

Liébano Sáenz

 

Muy complicado resulta invocar la sensatez cuando nos presionan las amenazas. En la relación entre países, como ocurre ahora con nuestro vecino del norte, para las autoridades es de sentido común mantener calma y no precipitarse. La sensatez y la prudencia siempre son aconsejables ante los retos, deben imponerse, pero esto no significa que el país no deba prepararse para una embestida en diversos frentes.

La presidenta Sheinbaum debe saber que el país la apoyará decididamente en la defensa de los intereses nacionales y por acciones humanitarias, particularmente en el tema migratorio. Por lo mismo, es necesario desistir de acciones o declaraciones que contribuyan a la polarización. Nadie relevante en la oposición apoya el intervencionismo y es inconveniente referirlo como un hecho, o como si fuera una posición mayoritaria.

En interés del país es preciso que la Presidenta parta de la unidad de los mexicanos. Es un intangible que tiene que construirse, no solo invocarse. Las decisiones que ha tomado Trump no dan lugar a duda que hay un cambio significativo en la intensidad y alcance de las políticas de su segundo mandato.

Es conveniente que México tome la iniciativa del cambio. Los instrumentos deben ajustarse y plantear un acuerdo en materia de seguridad que dé certidumbre a lo que cada nación deba hacer para lograr una mayor seguridad en la frontera, el tráfico ilegal de migrantes, el narcotráfico y el comercio de armas. Lo mismo puede hacerse en materia comercial, a pesar de los planos diferentes en la negociación. El interés de ambas naciones es común y hay que construirlo, argumentarlo y darle cauce.

Una postura defensiva inmoviliza y nos pone en desventaja ante una contraparte decidida a sacar el mayor provecho con o sin acuerdo. Precisamente por eso, la coordinación y el entendimiento que se plantea debe considerar instrumentos que ofrezcan certeza para que las diferencias no se resuelvan de manera unilateral o de manera discrecional.

México ha sido un vecino confiable para Estados Unidos. Ese es un registro histórico más allá de los problemas que plantean hoy la migración, el narcotráfico o la inseguridad, realidad que tiene una explicación más profunda y de la que nuestro país también es víctima.