Por: Octavio Lazos del Río
La reciente convocatoria de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para trabajar en unidad con alcaldes y gobernadores de todas las regiones del país, marca un punto de inflexión en la política nacional. Este histórico encuentro, celebrado en la capital mexicana, no solo reunió a dos terceras partes de los más de 2,470 alcaldes y a los 32 gobernadores, sino que demostró que el diálogo intergubernamental puede ser un motor poderoso para enfrentar los retos estructurales que aquejan al país.
Una visión integradora: los pilares del desarrollo
El llamado a la acción por parte de Sheinbaum se sustenta en tres ejes prioritarios: acceso al agua potable, seguridad pública y atención a las comunidades indígenas y afrodescendientes. Estos pilares no son fortuitos; responden a décadas de rezagos estructurales que, abordados de manera conjunta, podrían transformar el panorama social y económico de México.
El plan maestro de infraestructura hídrica representa una visión pragmática y de justicia social. La rehabilitación de redes, la construcción de pozos y plantas de tratamiento, junto con la prevención de inundaciones, son acciones que no solo garantizan el acceso a un recurso vital, sino que también fomentan la equidad territorial. Según estudios de la CEPAL, el acceso al agua potable tiene un efecto multiplicador en el desarrollo económico y en la reducción de desigualdades.
La integración de recursos municipales, estatales y federales para este proyecto resalta el espíritu de cooperación que busca el gobierno actual. Más allá de los resultados tangibles, este enfoque subraya una ruptura con las políticas fragmentadas del pasado, que históricamente perpetuaron desigualdades entre regiones urbanas y rurales.
La estrategia de seguridad impulsada por Sheinbaum refleja un entendimiento profundo de las causas estructurales de la violencia. Fortalecer la Guardia Nacional, coordinar a las policías estatales y municipales, y fomentar programas sociales son elementos que responden a una lógica integral de construcción de paz.
El programa ‘Caminos de Paz’, que busca recuperar espacios públicos mediante iluminación, muralismo urbano y entornos seguros, se alinea con la teoría de las ventanas rotas, ampliamente discutida en criminología. Esta teoría sostiene que el cuidado del entorno físico reduce la percepción de abandono y desorden, lo que puede disuadir el delito y fortalecer la cohesión social.
La inclusión de las comunidades indígenas y afrodescendientes como protagonistas de su propio desarrollo es una decisión histórica. A través del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social (FAIS) y la participación directa de más de 13 mil asambleas comunitarias, el gobierno federal está reconociendo, en términos prácticos, la autonomía y capacidad de autogestión de estas comunidades.
Desde una perspectiva teórica, este enfoque está en línea con las propuestas de Amartya Sen sobre el desarrollo como libertad, donde el empoderamiento y la participación activa de las personas son centrales para superar las privaciones. Además, esta medida puede reducir la brecha histórica de marginación que enfrentan los pueblos originarios y afrodescendientes en México.
Optimismo con fundamento: la viabilidad de un cambio estructural
El éxito de estas propuestas dependerá de tres factores clave: la continuidad del diálogo intergubernamental, el diseño de políticas públicas basadas en evidencia y la participación activade la sociedad civil. Sin embargo, el optimismo no es infundado.
La presencia de gobernadores de oposición, como Samuel García y Mauricio Kuri, quienes expresaron su respaldo a las políticas del gobierno federal, refleja un cambio en la dinámica política nacional. Este gesto sugiere que, al menos en temas prioritarios como agua, seguridad y derechos indígenas, existe un consenso mínimo que puede ser la base para superar la polarización política.
Además, el compromiso de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para sanear los ríos más contaminados del país y modernizar las hectáreas de riego en el campo, es un ejemplo concreto de cómo las instituciones pueden alinearse hacia objetivos comunes cuando hay voluntad política y coordinación efectiva.
Un cierre esperanzador
El mensaje de Claudia Sheinbaum al cierre del Encuentro Nacional Municipal fue claro: México no está condenado al rezago ni a la violencia. Con un liderazgo que prioriza la unidad, la paz y la justicia social, el país tiene la oportunidad histórica de construir un futuro más equitativo y sostenible.
Este momento debe leerse como un parteaguas en la política nacional, un ejemplo de cómo la convergencia de intereses puede traducirse en soluciones reales para los retos más urgentes. La esperanza no es ingenua, es el motor que impulsa los grandes cambios.