Por: Felipe Arizmendi
En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan
artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia. La verdadera
reconciliación no escapa del conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y la
negociación transparente, sincera y paciente”. (Fratelli tutti 225)
Estimados señores obispos,
Durante los últimos dos años, no pocos miembros de la Iglesia, ante las experiencias de
violencia vividas en carne propia o en personas muy cercanas, han hecho un gran esfuerzo por
construir procesos de paz duraderos tales como los 1,004 Conversatorios por la Paz en 20
estados, con participación de 14,225 personas, y 50 Foros de Justicia y Seguridad en los 32
estados que convocaron a 4,716 participantes, entre otros significativos esfuerzos y acciones.
Esta movilización, denominada Diálogos por la Paz, ha permitido valorar lo local, impulsar la
reconciliación y la reconstrucción del tejido social e involucrar al mayor número de personas e
instancias sociales y gubernamentales.
Hemos observado en los últimos meses que el Gobierno Federal, a través de la Unidad
de asuntos religiosos, prevención y reconstrucción del tejido social de la Secretaría de
Gobernación se ha interesado en involucrar más a la Iglesia y al Núcleo por la paz en sus
estrategias para impulsar una cultura de la paz en las comunidades que presentan más signos de
violencia.
En ese marco todavía incipiente de colaboración, el Consejo de Presidencia les invita a
discernir la invitación que el Gobierno Federal nos ha hecho a la Conferencia del Episcopado
Mexicano y a cada uno de ustedes, hermanos obispos, que desde sus Iglesias locales guían al
Pueblo de Dios, según consta en el Oficio No. SEGOB/SDDPSAR/UARPRTS/001/2025
que anexamos en este mensaje.
El Gobierno Federal busca promover una cultura de paz a través de diversas estrategias
y tendiendo puentes a los diversos actores de la sociedad; especialmente reconocen en el oficio
mencionado que “el pueblo de México ve en la Iglesia Católica un refugio de confianza y
sinceridad en la que se unen buenas voluntades y vocaciones para alcanzar un bien común. La
Iglesia no solo ha sido un pilar espiritual, sino también un referente moral y social, ofreciendo consuelo en tiempos de adversidad y orientando a la sociedad en cuestiones éticas y
comunitarias, así como a fomentar una cultura de paz”.
Es verdad que todavía tenemos muchos temas pendientes que dialogar con las
autoridades sobre respuestas más profundas a esta problemática tan compleja, sin embargo, los
invitamos a que, en cada iglesia local, según su historia y circunstancias, pueda ofrecerse una
disposición abierta al diálogo constructivo para llevar a cabo el propósito que expresamos en el
Proyecto Global de Pastoral:
La necesidad inaplazable por construir una paz firme y duradera en nuestro país, reclama que la Iglesia
pueda sentarse a la mesa con muchos otros invitados: organizaciones ciudadanas, confesiones religiosas,
autoridades civiles, entidades educativas, sectores políticos y medios de comunicación, entre otros, para que
juntos, y aportando lo que les es propio a cada uno, podamos reconstruir el tejido social de nuestro país.
(PGP 175)
Impulsados por el reclamo urgente de paz que nuestro pueblo nos expresa día con día,
y en la esperanza de que este diálogo inicial pueda irse consolidando en respuestas más
consistentes ante esta realidad tan compleja, los exhortamos a considerar esta invitación
cuando las autoridades se acerquen con ustedes a dialogar, y libremente discernir y decidir si es
conveniente la participación de su Iglesia local en las iniciativas que les presenten.
Sigamos orando y trabajando en la promoción de una cultura de paz real y duradera,
fundamentada en la justicia, la reconciliación y la atención a las causas estructurales de la
violencia.
Que Nuestra Madre Santísima de Guadalupe interceda por nosotros para que brille la
paz de Cristo en nuestros pueblo
Comunicado sobre el oficio recibido de SEGOB para los obispos y Anexo