Un recorrido por los clásicos infantiles de una década inolvidable
En la década de los sesenta, los niños y niñas de México esperaban con ansias la llegada del 6 de enero para descubrir los regalos que los Reyes Magos habían dejado bajo el árbol o junto a sus zapatos. En una época sin tecnología digital ni videojuegos, la imaginación era el motor principal de la diversión, y los juguetes reflejaban las tendencias y aspiraciones de la sociedad de aquel tiempo. A continuación, se presenta un repaso de los juguetes más populares que llenaban de ilusión a los pequeños de esa década.
Miniaturas sobre ruedas: los coches a escala
Uno de los juguetes favoritos de los niños de los años sesenta eran los coches a escala. Estos pequeños vehículos permitían recrear emocionantes carreras o imaginar historias en pequeños mundos de aventuras. Las marcas Matchbox y, posteriormente, Hot Wheels se posicionaron como líderes en este segmento, ofreciendo diseños detallados de automóviles, camiones y hasta trenes en miniatura. Las pistas y accesorios para construir circuitos se convirtieron en un complemento imprescindible para los aficionados.
Las clásicas muñecas que marcaban tendencia
En los años sesenta, las muñecas se volvieron más realistas y sofisticadas. Las pequeñas podían elegir entre modelos que cerraban los ojos al acostarse, emitían frases grabadas o incluso simulaban caminar. En México, destacó la popularidad de Juanita Pérez, una muñeca con un amplio vestuario que se convirtió en un ícono de la infancia. Además, la industria nacional lanzó versiones locales de Barbie, como la Muñeca Bárbara y la Señorita Lili, fabricadas por Lili Ledy, que ofrecían una amplia variedad de accesorios y estilos.
Figuras de acción para aventuras sin límites
Las figuras de acción comenzaron a ganar popularidad durante esta década, especialmente entre los niños. Inspiradas en temáticas militares, de exploración y deportes, estas figuras eran articuladas y venían acompañadas de ropa y accesorios intercambiables. El Hombre de Acción, versión mexicana de G.I. Joe, se destacó como uno de los más buscados. También fueron populares las líneas temáticas lanzadas durante los Juegos Olímpicos de México 1968, que incluían atletas y aventureros.
Creatividad y aprendizaje: los juegos innovadores
El pizarrón mágico, conocido como Etch-a-Sketch, permitía a los niños dibujar utilizando dos perillas y borrar con un simple movimiento, lo que fomentaba la creatividad y el entretenimiento. Por su parte, las Horripicosas Ledy invitaban a los pequeños a fabricar sus propios juguetes utilizando moldes y un hornito, combinando diversión con manualidades. Los juegos de mesa también ocuparon un lugar destacado, con clásicos como Batalla Naval, que desafiaban las habilidades estratégicas de los participantes.
Juguetes clásicos para los más pequeños
Para los niños más pequeños, la línea de juguetes Periquín era una opción muy popular. Fabricados en madera, estos juguetes representaban animales que se movían mecánicamente al ser jalados. Otra opción muy querida eran los Little People de Fisher Price, que ofrecían figuras y escenarios como granjas, casas y vehículos en versiones sencillas pero encantadoras. Estos juguetes promovían el juego simbólico y el desarrollo de habilidades motoras en los más pequeños.
Disfraces y juegos de rol: explorando mundos imaginarios
Los disfraces también fueron una parte importante de los juegos infantiles en los años sesenta. Los niños disfrutaban de atuendos de vaquero, policía o superhéroe, mientras que las niñas solían jugar con juegos de té y hornos mágicos que imitaban las tareas del hogar. Estos juguetes fomentaban el juego de rol y la creación de historias llenas de imaginación.
Un legado que trasciende generaciones
Los juguetes de los años sesenta han dejado una huella imborrable en la memoria de quienes los disfrutaron. Representan una época en la que la creatividad y la sencillez eran los principales ingredientes de la diversión. Hoy en día, muchos de estos clásicos continúan siendo objeto de colección y nostalgia, evocando recuerdos entrañables de una infancia mágica y sencilla.