Los códigos del lenguaje ante el poderoso Donald Trump (Segunda Parte)

Por: Salomón Rosas Ramírez

Para dimensionar de lo que estamos hablando empecemos por decir que, por lo menos, el presente y el futuro de 514.7 Millones de personas que somos los que habitamos la región de Norteamérica (México, Estados Unidos de América y Canadá) está en juego y que no hay claridad de lo que pasará ante la llegada al poder de Donald Trump (DT) el próximo 20 de enero enel país vecino del norte. Estamos a quince días del evento en el que tomará el mando de su país el poderosísimo DT y las incertidumbres sobre lo que sucederá a partir de su discurso inaugural continúan. No es exageración decir que el mundo está en vilo y que el futuro de humanidad -8.156 millones de personas hay sobre la tierra a finales de 2024, según una estimación de la Fundación alemana para la Población Mundial (DSW)- depende, en buena medida, del actuar de un hombre y de su forma de ver e interpretar las cosas y de las decisiones que tome; así de inverosímil, así de drástico, así de fuerte, así de real. En ese contexto, la relación bilateral toda entre México y EUA, que involucra a 473.3 millones de personas, presenta grandes retos para el Gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y es por lo que desde hace ya meses se ha estado preparando en varios frentes para abordar los temas que nos afectan a ambas naciones entre los cuales identificamos el fortalecimiento de los argumentos para destacar las ventajas mutuas de la relación comercial que entraña el instrumento del Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Asimismo, en la última semana nuestro gobierno se enfocó en cohesionar sus activos políticos logrando el respaldo de los gobernadores de Morena a la política migratoria federal y a su vez al lanzar una convocatoria urgente para realizar una Cumbre de países de Latinoamérica para enfrentar el fenómeno de la migración atendiendo las causas de pobreza, marginación y falta de oportunidades desde los países de origen de la misma, y; también se han anunciado y difundido una serie de medidas de prevención y protección para nuestros connacionales a través de la extendida red consular en EUA a la par que la Secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, ha implementado acciones para prepararse ante la eventual deportación masiva de paisanos a territorio mexicano. Es decir, México con la presidenta Claudia Sheinbaum a la cabeza no está cruzado de brazos y revisa escenarios preparándose para actuar en consecuencia y atender cualquier circunstancia que le presente el nuevo mandatario estadounidense.

Si bien es cierto la complejidad enorme de la vecindad de México con Estados Unidos de América (EUA)viene, en parte, de las grandes asimetrías sociales y económicas entre ambas naciones, también hay que hacer notar que mucho tienen que verlas cosmovisiones políticas diferentes de l@smandatari@sde ambos países y que son las que dificultan adoptar un enfoque común en relación a las problemas que nos afectan, a las prioridades por atender y,sin duda,a las oportunidades que pudiéramos explorar y conseguir unidos si nos reconociéramos, entendiéramos y tratáramos como complementarios. Parecería romántico e idealista el párrafo anterior y sin embargo se trata de algo muy crudo y realista, más en estas épocas de reacomodo de las dinámicas comerciales mundiales donde la geopolítica impone la integración de las regiones geográficas para ser más competitivos y para potenciar un horizonte de futuro cierto.Es por ello por lo quela semana pasada escribimos respecto a la importancia de hablar el mismo lenguaje en las interlocuciones con el poderosísimo futuro presidente de EUA, Donald Trump.El lenguaje comercial a nivel mundial es muy técnico y preciso y eso debiera ser un aliciente en los trabajos de revisión del T-MEC en 2025 y 2026;sin embargo, el lenguaje político es el que orienta las decisiones técnicas y es ahí donde está el problema porque el tono de amenaza y condicionamiento impositivo a ultranza de DT -incluso antes de sentarse a la mesa de cualquier negociación- ocasiona impactos económicos, genera un clima de incertidumbre y obliga/provoca reacciones que terminan por poner lo sustantivo (los acuerdos comerciales y económicospara dar sustento y estabilidad al futuro de las personas)en segundo plano. Ante los dichos y las aseveraciones sobre México y los mexicanos expresados desde hace ya años por el Señor DT no hay que olvidar lo que afirmaba Miguel de Unamuno cuando decía que “La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo”.Entonces,es imprescindible enfocarnos en el lenguaje para intentar alcanzar un entendimientoclaro a partir de un lenguaje político puntual en donde los interlocutores hablen cada cual, en su idioma, pero lo que digan y acuerden tenga los mismos significados para las partes; sin duda, eso será fundamental para abordar los temas de comercio, energía, migración, seguridad, salud, derechos humanos, crimen organizado, medio ambiente, y todos los demás de la relación bilateral entre nuestros países.

Podemos plantearnos algunas preguntas clave que tal vez con una simple respuesta de sí o no de nuestro vecino y principal socio comercial aclararíamos en mucho el panorama de hacia dónde vamos en el corto, mediano y largo plazos. Por ejemplo,¿Vamos juntos o no vamos juntos a potenciar el futuro de Norteamérica?; ¿Nos reconocemos como indispensables el uno del otro para aprovechar las oportunidades que nos presenta la competencia con Asia y el Mundo?; ¿Queremos México y EUA un desarrollo de largo plazo compartido para nuestras naciones?;¿Podemos sentarnos a la mesa a hablar con respeto y serenidad para analizar los problemas que enfrentamos y, de común acuerdo, determinar cómo los vamos a afrontar y a resolver?Preguntas sencillas que, desde nuestro punto de vista, ameritan una respuesta clara y que con un sí o un no lograríamos la certidumbre necesaria para transitar con responsabilidad humanitaria. En la relación con el poderosísimo Donald Trump, ya muy próximo mandatario de la primera potencia mundial, apostemos al diálogo basado en el lenguaje que propuso José Martí: “El lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico. La idea ha de encajar exactamente en la frase, tan exactamente que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso mismo de la idea”.