Por: Jorge Iván Domínguez
La etapa que está viviendo Movimiento Ciudadano es un parteaguas de su propia historia, ya que por cuestiones inevitables de la condición humana, su fundador y dirigente sempiterno Dante Delgado, ha dejado las riendas en manos de su otrora candidato presidencial Jorge Álvarez Maynez, quien tiene ahora en sus manos la posibilidad de llevar a este instituto -de considerable peso político- a una nueva etapa de expansión y democratización interna, o en su defecto, a su precipitación política, resultado de la división al interior que se percibe a leguas.
Aunque las circunstancias cambian, la naturaleza del poder y su dinámica prevalecen en el tiempo, basta con leer a Sun Tzu, Aristóteles o Maquiavelo, para darnos cuenta de que los seres humanos seguimos sosteniendo nuestro actuar sobre las mismas columnas, sobre todo -repito- en cuanto al poder se refiere. Por ejemplo, en la antigüedad, cuando un rey abdicaba o moría, se desataba una guerra interna en la corte y la nobleza por incrementar los cotos de poder o en el mejor de los casos; hacerse de la corona.
Incluso cuando la sucesión estaba legítimamente determinada, el recién llegado al trono, tenía que efectuar muestras de poder y resistir los ataques de los enemigos extranjeros que veían en la sucesión un síntoma de debilidad, y más peligroso aún, cuidarse de las intrigas palaciegas de quienes también sentían tener derecho de sucesión, lo que en muchas ocasiones acabó con la vida de innumerables soberanos.
Traigo a colación esta pequeña remembranza histórica porque precisamente a eso se enfrenta ahora el nuevo dirigente del partido naranja, quien hereda una trinchera que parece tener fuego abierto en todos los frentes, los cuales haremos un esfuerzo por analizar.
En primer término, en lo respectivo a la dirigencia nacional, hay que mencionar que Dante Delgado es una persona con un amplio bagaje político y un colmillo -como dirían en mi pueblo- que hace surcos, y aunque le heredó la presidencia a su cuadro favorito, también ejecutó una serie de enroques que le generarán contrapesos al nuevo líder nacional con el fin de privarlo de la totalidad del poder que él mismo poseía.
Es el caso de Ivonne Ortega, quien es la coordinadora parlamentaria en la Cámara baja, y que ha construido al interior de la dirigencia nacional, un grupo sólido diferente al de Maynez, donde participan: Jessica Ortega (Presidenta del Consejo Nacional), Agustín Torres, segundo al mando (Secretario General), Julieta Macías (Secretaria de Procesos Internos) y Anayeli Muñoz (Secretaria de Mujeres), quienes como todo grupo político, tienen sus propios intereses y proyectarán una agenda no necesariamente alineada a la del presidente nacional.
Cabe destacar que la oriunda de Yucatán tampoco está exenta de sus propias divisiones internas en la bancada, es el caso de Claudia Ruiz Massieu, Gustavo de Hoyos y Laura Ballesteros, quienes están solicitando al nuevo dirigente nacional la destitución de la líder parlamentaria, demostrando así, que en la política como en la casa del jabonero; el que no cae resbala.
Ahora bien, en lo respectivo a los grupos de poder que integran este partido político en el territorio nacional, destaca en primer término el grupo Jalisco, encabezado hoy por el recién electo Pablo Lemus, pero también proclive en cualquier momento a sufrir una división propia de la naturaleza del poder. A Lemus le pasa algo parecido que a Maynez, porque para poder llegar a la silla, tuvo que cederle muchos espacios al exgobernador Alfaro, quien aún tendrá un peso específico en el primer año de gobierno, pero como ya sabemos, el poder no se comparte y en ese frente también se prevé actividad bélica.
Sin embargo, Alfaro, con influencia aún en el nuevo gobierno de Jalisco y teniendo también en sus huestes a Clemente Castañeda (coordinador parlamentario de MC en la Cámara Alta), así como al diputado Hugo Luna en la Cámara de Diputados, se estima que será una aduana que Maynez tendrá que pasar constantemente, sobre todo cuando vengan decisiones importantes que tengan una repercusión en los intereses del tapatío.
Por otro lado está el grupo Nuevo León, que encabeza el joven gobernador Samuel García, quien fue uno de los promotores de Maynez -recordemos que le cedió su precoz candidatura a la presidencia de la república– pero que también tiene sus propios intereses, y por encima de las crisis que atraviesa a menudo, es un actor que sabe renacer de las cenizas -como ejemplo su candidatura a gobernador- y que a pesar también, de tener una oposición velada de Luis Donaldo Colosio Jr., que brilla con luz propia, ostenta todavía el control político del estado.
Luego vienen los proyectos con posibilidades presentes y futuras, como el caso de la alcaldesa reelecta Bibi Ravelo en Campeche, Juan Zepeda en el Edomex y la dupla -que no es dupla- Salomón Chertorivsky/Alejandra Bárrales en la Ciudad de México. Todos ellos representan la vía interna de crecimiento lógico de los naranjistas, aunque sabemos de antemano que la política no es lógica, y que la naturaleza originaria de Movimiento Ciudadano consiste también en encontrar nuevos valores políticos que le reditúen electoralmente en circunstancias específicas.
En definitiva, los retos que tendrá que afrontar el nuevo dirigente no serán una luna de miel, y requerirá operadores y estrategas de primer nivel que le ayuden a gestionar el caos, y es en ese aspecto donde radica su principal debilidad, ya que su equipo cercano se reduce a: el propio Chertorivsky y Juan Zavala, quienes no parecen suficientes para atemperar las dimensiones propias de una sucesión de esta naturaleza.
Por último y más importante, el nuevo dirigente deberá dejar a un lado la soberbia y la obnubilación que genera el velo del poder, porque el duro oficio de la política -cuando se ejerce de manera profesional- exige humildad, que da buen cálculo; paciencia, que evita exabruptos; y diligencia a la hora de negociar y llegar a acuerdos, porque de eso precisamente se trata la política.