Por Salomón Rosas Ramírez
Gran reto enfrenta la Presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum, y todo su gabinete, -particularmente el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubon- en esta coyuntura histórica en la que la ubicación geográfica de nuestro país influye las decisiones de los líderes mundiales y en la que el reacomodo global en marcha definirá el rumbo de la humanidad durante, por lo menos, los próximos 50 años. Medio empolvado me encontré un excelente libro Prisioners of Geography. The Maps That Explain Everything About the World, (Prisioneros de la Geografia. Los mapas que explican todo sobre el mundo) es un libro de Tim Marshall (TM) publicado primero en Gran Bretaña en 2015 y luego en octubre de 2016 en Estados Unidos de América que resulta muy oportuno ya que aborda puntualmente y de manera histórica los condicionamientos geográficos que tienen irremediablemente todas las naciones y sus gobiernos al cumplir con sus responsabilidades. Se antoja apropiado para atender y entender las dinámicas impuestas por las amenazas de imposición de aranceles a México y a Canadá, emitidas y reiteradas del Señor Donald Trump en estas últimas semanas; así como para dimensionar las inquietudes generadas en muchos sectores de cara al próximo inicio de su mandato gubernamental al frente del gobierno del país que es la primera potencia mundial y con quien compartimos frontera, cultura, problemas y oportunidades. En su libro, TM “muestra cómo la geografía no sólo configura la historia sino también el destino” (Newsweek) y ofrece “perspectivas precisas sobre la forma en que la geografía influye en las decisiones de los líderes mundiales” (según The World, The Financial Times new blog). Asevera Tim Marshall que “todos los líderes de las naciones están limitados por la geografía” y que “la tierra en la que vivimos siempre nos ha moldeado. Ha moldeado las guerras, el poder, la política y el desarrollo social de los pueblos que hoy habitan casi todas las partes de la Tierra”. Nos dice que “la geografía es claramente una parte fundamental del “por qué” y del “qué”. Nos explica que “por ejemplo, China y la India son dos países enormes con poblaciones enormes que comparten una frontera muy extensa pero que no están alineados política ni culturalmente”.
Saber que somos parte de un juego global en donde la geopolítica nos condiciona a ir juntos con Estados Unidos y sus intereses es fundamental; tener una óptica mundial sin dejar de mirar y priorizar lo que pasa en la relación bilateral es estratégico para ser más eficaces al abordar las pláticas y para lograr mejores resultados en la revisión del T-MEC; saber entonces en qué lugar estamos y qué hay que hacer es crucial en estos momentos de la historia nacional; así como concebir que somos un activo de la región de Norteamérica. Como bien lo señalaba TM hace nueve años “en lo económico, los chinos están en vías de igualar a los estadounidenses, lo que les permite ganar mucha influencia y un lugar en la mesa principal, pero en lo militar y en lo estratégico están décadas atrás. Estados Unidos dedicará esas décadas a intentar asegurarse de que siga siendo así, pero parece inevitable que la brecha se cierre” y, efectivamente, se cerró y hoy por hoy China compite por influir en toda América Latina con Estados Unidos pero lo cierto es que somos parte de esta región geográfica en la que EEUU es el jugador principal.
Estoy seguro que a muchos no les gustará un párrafo del libro de TM que en su página 237 sostiene que “México está destinado a vivir a la sombra de Estados Unidos y como tal siempre jugará un papel subordinado en las relaciones bilaterales”, pero más allá de estar de acuerdo o no o de sentirnos ofendidos por la contundencia de sus palabras, la realidad nos dice que efectivamente “las empresas privadas de ambas naciones han establecido fábricas al sur de la frontera para reducir los costos de mano de obra y transporte, pero la región es hostil a la existencia humana y seguirá siendo la tierra de contención que muchos de los pobres de América Latina que seguirán cruzando en su búsqueda de entrada, legal o ilegal, a la tierra prometida del norte”. Entonces, con Donald Trump o sin Donald Trump la realidad está determinada por nuestra ubicación geográfica y debemos aprovecharla.
Finalmente, y otra vez retomando a Tim Marsall, anotaremos que “la geografía no dicta el curso de todos los acontecimientos. Las grandes ideas y líderes son parte del tira y afloja de la historia, pero todos deben operar dentro de los límites de la geografía”. Así de claro el panorama, así de determinante la circunstancia, hay un largo camino por recorrer y le toca de manera central a la Presidenta de la República, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, y al Secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubon, maximizar nuestras fortalezas y minimizar nuestras debilidades para llegar a los acuerdos necesarios que determina la vecindad de México con Estados Unidos de América y con un perfil de político sui generis como lo es Donald Trump. La última frase del libro Prisioneros de la Geografía de Tim Marshall sostiene que “aunque nos hemos liberado de las cadenas de la gravedad, seguimos prisioneros de nuestras propias mentes, confinados por nuestra sospecha respecto del “otro” y, por lo tanto, por nuestra competencia primaria por los recursos. Hay un largo camino por recorrer”. No podría estar más que de acuerdo.