Los vapeadores: ¿Una alternativa real al cigarro o un riesgo subestimado?

Los vapeadores

Los vapeadores: ¿Una alternativa real al cigarro o un riesgo subestimado?

Desde su aparición en el mercado, los cigarrillos electrónicos o vaporizadores (conocidos como SEAN) se han promocionado como una opción más saludable frente al cigarro tradicional, e incluso como una herramienta para dejar de fumar. Sin embargo, expertos advierten que estas afirmaciones carecen de respaldo científico y que, en muchos casos, estos dispositivos representan un riesgo significativo para la salud.

El mito de la “opción saludable”

Guadalupe Ponciano, especialista en salud pública, señala que hay una gran cantidad de desinformación en torno a estos dispositivos. “Se ha comparado con terapias de reemplazo de nicotina, como los parches, que sí tienen evidencia de efectividad. Por otro lado, grupos a favor del vapeo, muchos financiados por la industria tabacalera, insisten en la supuesta inocuidad de estos productos, lo cual es completamente falso”, explica.

De hecho, los vaporizadores contienen altas cantidades de nicotina, una sustancia que actúa directamente en el sistema cardiovascular. Ponciano Rodríguez alerta que algunos pods o cápsulas pueden contener hasta 60 miligramos de nicotina, el equivalente a fumar 60 cigarrillos de una vez. Este nivel extremo de exposición puede agravar enfermedades como la aterosclerosis y aumentar el riesgo de complicaciones cardíacas.

Los peligros ocultos de los vaporizadores

A diferencia del humo de los cigarrillos convencionales, el vapor de los líquidos usados en los SEAN no es simplemente “agua”. Se trata de mezclas químicas que incluyen saborizantes y colorantes potencialmente tóxicos. Según los expertos, los saborizantes, diseñados para enmascarar el sabor del tabaco y hacerlos más atractivos para los jóvenes, también presentan riesgos importantes. Por ejemplo, algunos colorantes rojos están vinculados a la formación de cáncer.

Este enfoque de mercado, con colores llamativos y sabores exóticos como mango o durazno, induce rápidamente a los adolescentes al uso frecuente, generando una percepción errónea del riesgo y aumentando la probabilidad de adicción.

Dependencia física y psicológica

Los vaporizadores no solo generan dependencia física debido al contenido de nicotina, sino también psicológica. “El consumidor cree que el vapeo lo ayuda a concentrarse, relajarse o incluso mejorar su apariencia y socialización. Esta combinación de dependencias hace que el cuerpo lo pida y la persona lo necesite para sus actividades diarias”, advierte Ponciano.

Neumonía grasa y accidentes con baterías

Otro grave peligro surge cuando se usan sustancias oleosas en los líquidos de los vaporizadores, como aceites de cannabis o vitaminas A y E. El cuerpo humano carece de mecanismos para expulsar estas microgotas aceitosas, lo que puede provocar una neumonía grasa, una enfermedad que afecta los alveolos y bronquios del sistema respiratorio.

Además, las baterías de los dispositivos han sido responsables de accidentes graves, desde explosiones que han causado pérdida de dedos hasta fracturas de mandíbula.


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