Por lo general, cuando concluye la primera cuarta parte de un mandato, bueno o malo, resulta previsible que sus oponentes comiencen a hablar de revocatoria, ese mecanismo que permite a los ciudadanos remover un funcionario electo antes que termine su período.
Si bien no todos los países contemplan la medida o le dan aplicabilidad de la misma manera, donde se utiliza el criterio unificado permite votaciones directas, recolección de firmas o una combinación de ambas.
En esencia, la revocatoria permite dar por terminado el mandato de una autoridad electa si se considera que no ha cumplido o ha actuado de manera inadecuada, casi nunca funciona; pero bueno, ¿que mejor espacio para promover buen oficialismo o dar vigencia a un oponente, indistintamente del resultado?.
Pérdida de legitimidad, incumplir programas, corrupcion, señalamientos y argumentos de todos los calibres, hacen parte de las estrategias que se emplean para sacar a alguien del cargo o para mantenerse en el poder, es decir la plataforma perfecta para hacer otra campaña, sin hacer campaña.
A quien gobierna el sabio consejo: “comunique bien, gobierne mejor”; a quien ataca: “si organiza manifestaciones de protesta y eventos para demostrar apoyo ciudadano, que no se le note que es un envidioso o que está en campaña para otro cargo”.
El ciudadano de hoy, sabe y entiende casi de todo, luego para aquellos que creen que desacreditar la reputación de otros funciona, en realidad si el tema no se mide, no existe. Al final del día hay Héroes, villanos y víctimas, estos últimos pueden terminar siendo los mantarios atacados a expensas de revocadores que no tienen idea si el descontento general, está solo en su imaginación.
“Los malos gobiernos no suelen ser revocados, se caen cuando miden candidatos propios en una próxima elección; los buenos gobiernos evitan medir su popularidad, confrontando los ataques de antagonistas frágiles y timoratos”.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político