La apresurada muerte de Viridiana Alatriste, hija de Silvia Pinal
El legado de Silvia Pinal, fallecida el pasado jueves 28 de noviembre, no solo está lleno de éxitos en el cine, teatro y televisión, sino también de momentos profundamente trágicos. Uno de los capítulos más dolorosos en la vida de esta figura emblemática del Cine de Oro mexicano fue la muerte de su hija Viridiana Alatriste, ocurrida el 25 de octubre de 1982, a tan solo 19 años.
Un nombre lleno de significado
Viridiana nació del matrimonio entre Silvia Pinal y el productor Gustavo Alatriste, dos figuras fundamentales en el mundo del espectáculo mexicano. Su nombre era un homenaje a Viridiana, la obra maestra dirigida por Luis Buñuel que marcó un antes y un después en la carrera de Pinal y que consolidó a Alatriste como productor.
Desde pequeña, Viridiana mostró talento y carisma que la llevaron a seguir los pasos de su madre en el mundo artístico. Su carrera como actriz apenas comenzaba a brillar cuando una tragedia inesperada truncó su vida y su prometedor futuro.
La última noche de Viridiana
El 24 de octubre de 1982, Viridiana asistió a una reunión en el departamento del actor Jaime Garza, ubicado en la calle Mimosa de la Ciudad de México. Según Garza, la velada transcurrió de manera tranquila hasta que Viridiana decidió marcharse abruptamente.
“Ella estaba bien, no borracha ni nada, pero de repente dijo: ‘Ya me voy’. La vi inquieta, preocupada, no sé por qué”, recordó el actor en entrevistas posteriores.
Viridiana dejó el lugar para regresar a casa, donde vivía con su madre. En la madrugada del 25 de octubre, mientras conducía su Volkswagen Atlantic por la avenida Toluca, en la zona de Santa Fe, perdió el control del vehículo, que salió de los carriles laterales y cayó por un barranco.
Viridiana no llevaba puesto el cinturón de seguridad, algo que en esa época no era obligatorio. Según los reportes oficiales, un fuerte golpe en la sien le provocó la muerte instantánea.
La noticia conmocionó a la familia Pinal y al mundo del espectáculo mexicano, que veía en Viridiana una joven promesa artística. Para Silvia Pinal, la pérdida fue un golpe devastador, una herida que, según declaró en varias ocasiones, nunca terminó de sanar.
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