Por Irene Muñóz
La Copa Mundial FIFA 2026 representa una oportunidad histórica para México, no solo como anfitrión, sino como un país que busca posicionarse en el mapa global bajo una luz de modernidad, capacidad organizativa y atractivo turístico. Sin embargo, este reto exige un nivel de coordinación, estrategia y visión que actualmente parece disperso entre intereses políticos, presupuestales y logísticos.
El nombramiento de Gabriela Cuevas junto como representante y vocera de México para este evento fue bien recibido por su personalidad y experiencia en el servicio público, pero es indispensable que comprenda que su trabajo debe enfocarse en una coordinación estrecha y efectiva con los encargados del turismo del país: Josefina Rodríguez, y de los tres estados sede, Carlos Martínez Velázquez y Alejandra Frausto Director General del Fondo de Promoción Turística y Secretaria de Turismo de CDMX, respectivamente, Michelle Fridman, experimentada próxima Secretaria de Turismo de Jalisco, y Maricarmen Martínez, Secretaria de Turismo de Nuevo León. Su capacidad para integrar a los sectores clave será fundamental para que el país presente un frente unificado y sólido en este evento de magnitud internacional.
El Mundial 2026 no es solo un evento deportivo; es una vitrina internacional que exige excelencia en infraestructura, turismo, seguridad y movilidad. En este contexto, se vuelve imperativo establecer una estructura de gobernanza sólida que supere las barreras de jurisdicciones y partidos políticos. Cada estado sede del país y su coordinación deben trabajar bajo una estrategia nacional unificada y coherente que contemple las particularidades locales, pero que mantenga una narrativa para el visitante internacional.
Dos elementos críticos para el éxito del evento son la movilidad y la infraestructura aeroportuaria. La experiencia de Rusia 2018 ofrece un claro ejemplo de cómo la descoordinación y falta de gobernanza puede impactar negativamente la experiencia del visitante. En México, esto se traduce en la urgente necesidad de mejorar la señalética del transporte público, no solo es traducirla al inglés, sino aplicar sistemas visuales más intuitivos y unificados como lo hizo Japón al integrar numeración a cada estación del metro, haciendo la experiencia de viaje más fácil.
En cuanto a los aeropuertos, es crucial reconocer las limitaciones operativas del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en el Estado de México, y priorizar la modernización del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Este último no solo es la puerta de entrada natural para los turistas y además pertenece a la sede del Mundial, sino también un reflejo directo de la capacidad organizativa del país. Su remodelación debe acelerarse con estándares internacionales que garanticen fluidez, seguridad y comodidad.
Aunado a esto existe otro desafío crítico, el decremento del Presupuesto para la Secretaría de Turismo de México en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2025, lo que plantea un desafío significativo. Organizar un evento de esta envergadura requiere inversión, particularmente en promoción internacional durante por los menos dos años previos al evento. México no puede permitirse llegar al 2026 con una estrategia limitada por recursos. En este sentido, es fundamental explorar alianzas con el sector privado y patrocinadores para cerrar esta brecha y garantizar una campaña de promoción que posicione al país como un destino atractivo y preparado.
El Mundial es un legado más allá del fútbol, y es el catalizador ideal para recuperar al país y transformar su percepción a nivel global. Este evento puede reforzar la imagen del país como un destino seguro, moderno y hospitalario, o, en el peor de los casos, amplificar sus carencias y debilidades. Por ello, el éxito no reside únicamente en la ejecución del evento, sino en el legado que deje para el turismo, la infraestructura y la cohesión nacional y eso debe estar presente en todo momento en la representación el México ante FIFA y ante el país mismo.
Ante esto, el trabajo en equipo entre autoridades locales, estatales y federales, junto con la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) y los socios comerciales, será la clave para garantizar que México no solo cumpla con los estándares de la FIFA, sino que los supere, dejando una huella positiva e inolvidable en los millones de visitantes que pisarán nuestras tierras en 2026. La Copa Mundial no es solo un desafío logístico; es una oportunidad para demostrar que México puede brillar una vez más en el escenario global. Pero para lograrlo, se necesitan más que discursos, se requiere de acción, planeación y, sobre todo, unidad.
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