Por Liébano Sáenz
Lo que se avecina no sólo requiere de aprobación popular, se trata de unificar a la diversidad social, regional y política que integramos y así enfrentar en unidad los desafíos mayores para el país…
El escenario de la seguridad pública y el de la relación con el país vecino, son asuntos sumamente complicados. No hay soluciones fáciles. En cualquiera de los dos es mucho lo que está de por medio. No sólo son problemas del gobierno de la presidenta Sheinbaum, también lo son para todos los mexicanos. Para lo segundo, aunque la elección acaba de ocurrir, ya hay señales suficientes como para hacer un diagnóstico claro de lo que viene, domiciliarse en la negación es el peor de los recursos para enfrentarlo.
Se entiende que los gobiernos pretendan mostrar serenidad ante la adversidad, pero el tema no es la opinión pública, sino la eficacia y para ello deben tomarse las decisiones que contribuyan a fortalecernos para enfrentar el reto.
Tres temas preocupan. El primero tiene que ver con la ratificación de la señora Rosario Piedra en la CNDH; los nulos resultados de su gestión y la ratificación permiten concluir que en realidad prevalecen los compromisos políticos, pero que no hay interés en una política de Estado en materia de derechos humanos, lo que sorprende a la vista, por una parte, dado los problemas de inseguridad y, por la otra, la amenaza que encaran millones de connacionales en el país vecino con el arribo de Donald Trump.
El segundo remite a las reformas que destruyen los fundamentos de la democracia y dividen al país, como es la reforma judicial y la desaparición de los órganos autónomos. El régimen podrá insistir en su retórica hacia quienes integran el Poder Judicial y los órganos autónomos, el problema es que la solución que se propone no es tal, ni siquiera para justificar el ahorro. Su desaparición o deterioro es un fuerte golpe al régimen democrático.
El tercero tiene que ver con la continuidad de la polarización y la negativa a asumir un liderazgo representativo de la totalidad nacional. En la política, el rechazo a dialogar y concertar, nada bueno conduce, como tampoco la descalificación a la oposición desde el poder. La mejor manera de encarar la adversidad es con un país unido en la diversidad.
En esta circunstancia, lo que se avecina no sólo requiere de aprobación popular, se trata de unificar a la diversidad social, regional y política que integramos y así enfrentar en unidad los desafíos mayores para el país.