por Vidal Garza Cantu
Publicada originalmente en el
Periódico el norte
En una semana cambió el mundo, cambió México y ha cambiado la perspectiva de nuestras aspiraciones.
La ceguera ideológica mezclada de resentimiento, falta de autocrítica y desprecio por la lógica y la racionalidad nos va a llevar a lugares muy peligrosos.
En EU se inicia una historia que me temo desunirá y polarizará más a la sociedad.
En México, se está desmantelando la misma República que protegió, como minorías en su momento, a los que ahora están en el poder. En Nuevo León, la clase política ha fallado en sus responsabilidades, dejando a la sociedad atrapada en un presente sombrío.
¿Por qué no podemos aspirar a un México y Nuevo León mejores? Tenemos un gran potencial, pero enfrentamos barreras estructurales, socioculturales y políticas que limitan nuestro desarrollo equitativo y sostenido. Este artículo analiza 5 obstáculos que están frenando nuestras aspiraciones.
La “trampa del subdesarrollo” (Azariadis y Drazen, 1990) sostiene que países en desarrollo quedan atrapados en ciclos de escasa inversión en educación y deficiente infraestructura, lo cual limita su crecimiento. En México y Nuevo León, la baja inversión en capital humano y en investigación y desarrollo (0.3% del PIB) frente al 2-3% de economías avanzadas, hace difícil competir globalmente y adoptar tecnología.
La teoría de la dependencia explica cómo depender en industrias de bajo valor agregado, como la maquila o materias primas, frena la diversificación y nos hace vulnerables a cambios globales. Aunque Nuevo León ha avanzado en diversificación, sigue con una base manufacturera que no fomenta innovación ni empleos bien remunerados.
El concepto de “instituciones extractivas” de dos premios Nobel 2024, Daron Acemoglu y James Robinson ayuda a entender las barreras políticas que frenan el desarrollo. Según esta teoría, las instituciones que benefician a una élite limitan el crecimiento, ya que priorizan los intereses de grupo sobre el bienestar colectivo. En México y en Nuevo León, la corrupción y el clientelismo han debilitado las instituciones, y aumentado la inseguridad, lo que reduce la confianza ciudadana y dificulta la implementación de políticas públicas efectivas.
Otro obstáculo es la cultura del conformismo. El sociólogo Max Weber sostenía que la cultura y los valores afectan el desarrollo de una sociedad. En México, una “cultura de conformismo” ha reducido las expectativas de cambio. Esto se debe en parte a la desigualdad y la falta de confianza en las instituciones, lo cual desincentiva la participación cívica. Todo indica que estamos perdiendo la capacidad de exigir transformaciones positivas y la sociedad prefiere adaptarse a las condiciones existentes, aunque sean lamentables. Sin una ciudadanía activa, se debilita la presión para reformar las estructuras políticas y económicas que impiden el desarrollo.
Finalmente, la falta de visión a largo plazo en la política mexicana obstaculiza las aspiraciones. La teoría del “ciclo de políticas” explica que los líderes tienden a favorecer políticas de corto plazo para asegurar el apoyo electoral, en lugar de invertir en sectores esenciales como educación y salud, que generan un verdadero progreso en el tiempo. El mayor problema es que la sociedad cae en la trampa del corto plazo debido al ritmo acelerado de la vida actual, sin detenerse a observar este engaño político.
Para aspirar a un México y un Nuevo León mejores, es necesario romper con el modelo de dependencia, fortalecer las instituciones y cambiar la cultura del conformismo, estableciendo una visión de largo plazo y un compromiso genuino con un desarrollo inclusivo. Este es el mayor reto de nuestros tiempos.
Las aspiraciones de una sociedad mejor deben traducirse en políticas efectivas que sean medibles con resultados claros y en instituciones que promuevan el bien común. Aunque el camino es complejo, un mejor México y un mejor Nuevo León para todos son posibles si logramos entender estos obstáculos.