Por Julio Ramos García
Jueves 24 de Octubre de 2024
En los últimos años, las criptomonedas han pasado de ser un nicho para entusiastas de la tecnología a una alternativa de inversión y ahorro que está atrayendo la atención de muchos mexicanos. México, como otros países de América Latina, ha experimentado una creciente adopción de estos activos digitales, especialmente en contextos donde la estabilidad económica es incierta. Sin embargo, esta adopción plantea interrogantes sobre las implicaciones que puede tener para la economía mexicana.
La economía mexicana enfrenta retos estructurales importantes: alta informalidad, desigualdad, baja productividad y un sistema financiero que, aunque está en constante desarrollo, sigue sin cubrir a toda la población. El acceso limitado a servicios bancarios y financieros tradicionales ha sido una barrera para el crecimiento económico inclusivo. En este contexto, las criptomonedas pueden verse como una vía para democratizar el acceso al sistema financiero. Sin necesidad de intermediarios y con la posibilidad de realizar transacciones de bajo costo, estos activos digitales ofrecen una alternativa para quienes tradicionalmente han sido excluidos.
El principal problema con las criptomonedas es su alta volatilidad. A diferencia del peso mexicano o el dólar, que están respaldados por los bancos centrales y cuentan con mecanismos de control, el valor de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum puede fluctuar drásticamente en cuestión de horas. Esto las convierte en una opción riesgosa, especialmente para aquellos que buscan en ellas una forma de ahorro o inversión.
Además, la falta de una regulación clara aumenta la incertidumbre. En México, aunque la Ley Fintech de 2018 abrió la puerta a la regulación de activos digitales, aún queda mucho por hacer. La ausencia de una regulación integral no solo pone en riesgo a los inversores, sino que también podría facilitar actividades ilícitas como el lavado de dinero o la evasión fiscal.
Para que las criptomonedas tengan un impacto positivo en la economía mexicana, es crucial que se establezca un marco regulatorio sólido. El gobierno necesita fomentar la innovación, pero también garantizar la seguridad de los usuarios y la estabilidad económica. Esto requerirá colaboración entre los reguladores, las instituciones financieras y las empresas tecnológicas para diseñar políticas que promuevan el uso responsable de las criptomonedas.
En resumen, las criptomonedas representan tanto una oportunidad como un desafío para la economía mexicana. Pueden servir como una herramienta poderosa para mejorar la inclusión financiera y aumentar la competitividad de México en la economía global, pero es necesario un enfoque equilibrado que gestione los riesgos asociados.