Escuchar a los excluidos en la Iglesia: la mujer, divorciados y comunidades Lgbtq+.
Por: Luis Vega
Durante las próximas 3 semanas, el papa Francisco 368 obispos, religiosos, religiosas y laicos de todo el mundo dialogan sobre el futuro de la Iglesia Católica y cómo adaptar en mensaje del evangelio a las demandas de sociedades cambiantes y diversas en el mundo.
A pesar de que el santo padre ha dicho que la Asamblea Sinodal no es “una asamblea parlamentaria, sino un lugar de escucha en comunión”, laicos y obispos de Asía y África y América Latina están poniendo el color y sabor a esta reunión que durará 3 semanas (26 octubre).
El viernes pasado el Papa Francisco participó en los trabajos de la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, en la que se desarrollaron intervenciones libres sobre temas como los ministerios, la liturgia, el diálogo con las culturas y las religiones; el Sínodo reflexionó sobre la mujer y la escucha a los excluidos.
Uno de los relatores de los grupos de trabajo, monseñor Antony Randazzo, Presidente de la Federación de Conferencias Episcopales Católicas de Oceanía (Fcbco) y cito VATICANEWS (4 de octubre), dijo:
El «verdadero escándalo» es la exclusión de las mujeres
Incluso en el tema de la ordenación de mujeres, «que lleva años en marcha». subrayó Randazzo, «es una pequeña minoría con voz occidental la que se fija en este punto». El verdadero «escándalo» es que «las mujeres son tan a menudo ignoradas en la Iglesia» o, peor aún, «son puestas al margen, víctimas de violencia, incluso doméstica, excluidas de los ambientes de trabajo»: «¡Es un escándalo contra el Evangelio!
Por otra parte, el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, y Sheila Pires, respectivamente presidente y secretaria de la Comisión para la Información de la Santa Sede explicaron a los medios:
Durante los trabajos de esta semana “se analizó el tema del papel de la mujer y de los laicos. «Las distinciones son necesarias», se dijo, “todos los carismas son importantes, pero no todos tienen que ser necesariamente ministerios”.
A algunos grupos, informaron los ponentes, se les pidió que reflexionaran, sin «planteamientos ideológicos y prejuiciosos», sobre si ciertas cuestiones «se plantean por modas e ideologías o por un verdadero discernimiento eclesial». En este mismo marco, se reiteró que «la dignidad de la mujer se confiere a todo creyente en el Bautismo», mientras que sobre las órdenes sagradas femeninas, se pidió «profundizar en el estudio de ciertos ministerios, como el “ministerio de la consolación”» y «no perder de vista la aportación de las mujeres en el pasado y en el presente».
Los miembros del Sínodo reclamaron con insistencia una «igual dignidad y corresponsabilidad de todos los bautizados para la Iglesia». Sobre esta base se puede razonar la «inclusión de las mujeres, los laicos y los jóvenes en los procesos de toma de decisiones de la vida de la Iglesia».
Y siempre sobre la relación hombre-mujer, algunos grupos instan a «identificar los miedos y temores que hay detrás de ciertas posturas, porque estos miedos en la Iglesia han llevado a actitudes de ignorancia y desprecio hacia las mujeres». Por tanto, «identificar para sanar para discernir».
En días pasados hubo 36 intervenciones libres que abarcaron desde la importancia de los laicos, porque «el futuro de la Iglesia y la Iglesia del futuro» dependerá de su «vitalidad» (lo que, se reiteró, «no disminuye, por supuesto, la indispensabilidad del sacerdocio»), hasta la cuestión de las mujeres, con una intervención en la que se describió como «una laguna» el hecho de que «las mujeres sean vistas sólo como consoladoras y no como alguien que puede predicar o el hecho de que no puedan ser la cabeza de una organización». En la misma línea, retomando el ejemplo de las misioneras, también laicas, que se ocupan de comunidades enteras en todo el mundo, se repitió en la asamblea «que hay mujeres que sienten la llamada de Dios y piden ser ordenadas».
Y se pidió que «haya participación femenina en el Grupo de Estudio sobre Ministerios y Carismas y que el resultado del trabajo de este Grupo pueda ser discutido en un espacio sinodal para asesorar y hacer discernimiento».
En los discursos libres se reiteró la importancia de «desarrollar una espiritualidad sinodal de escucha activa, de cercanía, de apoyo sin prejuicios, incluso a los que son diferentes, a los que no nos hacen sentir cómodos». «Uno no escucha a los demás para ver si son suficientemente inteligentes o están de acuerdo conmigo, sino si los que hablan tienen elementos de los que yo puedo aprender», dijeron los padres y madres sinodales, algunos de los cuales pidieron más diálogo con las culturas, las filosofías, las religiones. «Debemos respetar y reconocer al otro, porque esto une al pueblo de Dios». Siguiendo con el tema de la escucha, en la línea del lema «Ensanchemos el espacio de la tienda», se pidió «escuchar más profundamente a quienes se encuentran en condiciones de pobreza y sufrimiento y a las personas que se sienten excluidas de la sociedad y de la Iglesia». De ahí los divorciados, los marginados, la comunidad Lgbtq+.