El nuevo mundo

azul etcheverry columnista

Está en curso la semana más glamorosa dentro del mundo diplomático, la geopolítica y el multilateralismo: la Asamblea General de Naciones Unidas. La semana en la que se reúnen presidentes, ministros y líderes mundiales para hablar sobre la dirección en la que nuestro mundo está yendo, sus principales retos y cómo superarlos. El espacio también es ideal para verter perspectivas y propuestas
individuales para el beneficio de todos.

El reto no es menor. Resulta siempre muy complejo para estos foros multilaterales hacer converger y lograr consenso ante la diversa individualidad en temas difíciles, sin embargo, es muy interesante analizar las expresiones de cada país y las perspectivas diferentes de cada uno respecto a lo que pasa en el mundo.

Hay una frase muy sonada en la Organización de uno de sus ex Secretarios Generales, el sueco Daj Hammarskjöld dijo: “Naciones Unidas no fue creada para llevar a la humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno” y esto nos da una realidad muy acertada de la ONU, a pesar de las críticas respecto a la toma de decisiones sobre seguridad internacional, lo cierto es que también es un foro (al
menos la Asamblea General y otros órganos internos) donde todos tienen el mismo espacio para expresarse, nutrirse y relacionarse con el mundo. Para un país pequeño, Naciones Unidas es el gran foro para diversificar sus relaciones y hacer nuevas alianzas.

Ahora, revisemos algunos hechos de esta semana, el presidente Lula da Silva, de Brasil, se refirió con insistencia a los conflictos internacionales, señalando una “alarmante escalada de disputas geopolíticas” y que “2023 tiene el triste récord del
mayor número de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial”. Estas declaraciones son un ejemplo de la importancia de la Asamblea General, dar a conocer estos datos en un foro de alcance y presencia mundial, ante líderes como Emmanuel Macron de Francia, Keir Stramer y Joe Biden de Estados Unidos, tiene un efecto en muchos aspectos e invitan a la reflexión en todos los niveles, desde el social individual hasta el colectivo en organizaciones que pueden presionar para el cese de algunos de estos conflictos, o bien, empujar con la fuerza de esos argumentos una reforma del Consejo de Seguridad que pueda ser el golpe de timón para la convulsa geopolítica de los últimos años.

Así fue señalado por el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, quien apuntó “… cuando el agresor ejerce el poder de veto, la ONU no tiene poder”. Como foro de libre expresión, por supuesto también está sujeto a recibir críticas y la frustración hacia estas mecánicas del siglo pasado para tomar decisiones ya es evidente por parte de muchos países, a los cuales ahora se sumó el eco de Francia (uno de los países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad), quien sugirió limitar el derecho de veto en caso de delitos masivos.

Como lo dijimos al inicio, para los países pequeños es el gran foro para alzar su voz y que sepamos lo que está pasando con ellos. Así lo hizo la presidente de las Islas Marshall, quien con mucha preocupación habló sobre el aumento del nivel del mar y como Fiji ha asignado 40 aldeas para la reubicación permanente de habitantes, a esta voz no tardarán en sumarse iniciativas que cooperación internacional, ayuda humanitaria y financiera para ayudar a los habitantes de la isla.

Esto último es una pequeña gran muestra del impacto que puede tener la Organización en otros temas, como lo dijo Ana Frank, “salvar una vida es salvar al mundo entero” y Naciones Unidas está haciendo lo propio, no olvidemos que la humanidad creo a Naciones Unidas y que entonces guarda un sello muy particular de los humanos, la imperfección, sin embargo, también tiene otro muy nuestro, la voluntad de avanzar mejor preparados hacia el mañana.