De corta lealtad

 

Por Adriana Delgado Ruiz 

 

Andando la carreta, se acomodan las calabazas. Eso es justo lo que sucede en los partidos de oposición con sus prácticas antidemocráticas, “chapulineo” y demás deslealtades a sus propios principios y a sus electores.

PRI y PAN intentan restituir el voto de confianza de la ciudadanía luego del descalabro del 2 de junio, pero su posición es tan endeble que la ausencia prolongada de un solo senador de su alianza, Miguel Ángel Yunes Márquez, antes de la discusión de la Reforma Judicial, desató una crisis que terminó de estallar cuando solicitó licencia y fue suplido por su padre, Miguel Ángel Yunes Linares, quien de ser un acérrimo adversario de la 4T pasó a ser recibido con aplausos de la bancada de Morena.

Los dos senadores del agonizante PRD, Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, se fueron a engrosar las filas morenistas.

Movimiento Ciudadano ha sido más activo en su papel de oposición. El malestar de su líder, Dante Delgado, es que su partido obtuvo el 11.4 por ciento de la votación nacional, pero sólo tiene el 4.7 por ciento de representación en el Congreso. Aunque uno de sus senadores, Daniel Barreda, terminaría también volteando bandera.

Durante la discusión de la Reforma Judicial en la cámara baja, la coordinadora de la bancada emecista, Ivonne Ortega, denunció que la mayoría de los morenistas “dejaron a su staff, choferes, asesores, etcétera, llenando las sillas”, quienes incluso participaron en votaciones a mano alzada. Señaló especialmente que “Ricardo Monreal no estuvo durante ocho horas en que estábamos discutiendo en lo particular”.

De documentarse adecuadamente, esa sería una causa para echar abajo toda la reforma en la Suprema Corte, aunque el problema ahora es que la presentación de una controversia constitucional requiere de por lo menos el 33 por ciento de los diputados o de los senadores, que la oposición ya no tiene.

Los partidos opositores no están cumpliendo con su papel de representar a los cerca de 22 y medio millones de ciudadanos que optaron por ellos como contrapeso del poder, aunque viven de los bolsillos de todos los mexicanos.

Para 2024, la bolsa a repartir entre todos los partidos políticos es de 10 mil 500 millones de pesos, de los que más de la mitad, 5 mil 646 millones, son para los cuatro partidos de oposición y sus candidaturas federales. Para 2025, de los 7 mil 354 millones de pesos, unos 3 mil 200 millones irán a dar a las arcas de los tres partidos opositores que quedan.

En cambio, contrario a los millones en capital monetario, el capital político de la oposición está muy devaluado por el desprestigio que acumuló cuando tuvo el poder y por sus prácticas internas, muy antidemocráticas.

La Comisión de Prerrogativas y Partidos del INE dio un golpe al dirigente del PRI, Alejandro ‘Alito’ Moreno, al rechazar su reelección. Propondrá al pleno del árbitro electoral que la revoque debido a que, para lograrla, modificó los estatutos de su partido en pleno proceso electoral, lo que no está permitido por la ley.

El PAN lleva la penitencia en el pecado de su dirigente, Marko Cortés, quien negoció inmoralmente presidencias municipales, notarías y hasta una magistratura. El centro del deterioro de las opciones democráticas fueron los escándalos y las conductas antidemocráticas sin ideología ni congruencia.

¿Podrá recuperarse la oposición en algún momento?