El mío es el país donde los pacientes se mueren esperando una cita médica, las calle albergan a muchos culpables y las cárceles algunos inocentes, los trámites son traumas, las aerolíneas ponen las condiciones del mercado sin que nadie regule, los políticos son felices buscando reelegirse, se premia con subsidios la pereza y la gente gasta su tiempo moviéndose en un transporte público ineficiente.
No daré el nombre de mi país por cuanto estoy seguro es igual al tuyo asi tu gentilicio sea distinto al mío, lo cierto es que aquí el acceso a la educación de calidad es limitado, los jóvenes no quieren estudiar y en su mayoría quieren conquistar las redes digitales, la infraestructura vial está en malas condiciones y los servicios públicos se vuelven impagables.
Este es un país donde nos han prometido más de lo mismo: bajar impuestos, trenes a ninguna parte y programas de conexión gratuita a internet operada por líderes sociales que nunca funcionaron.
Sin importar las circunstancias de modo, lugar o tiempo, creo estamos todos en el mismo país, ese donde nos quejamos por qué nada está bien y estamos a expensas de un estado paquidermico, paternalista, lento, lelo e inútil, amparado en el argumento barato según el cual, “somos felices”.
De este a oeste, de norte a sur, lejos de ideologías y pareceres personalistas, siempre es más de lo mismo, tenemos corrupcion, violencia, falta de concertación, pésima cobertura en todos los sentidos, cifras ocultas o disfrazadas, en fin, “el estado nunca ha estado” y “el que decide es indeciso”.
En mi país que amo así parezca lo contrario por lo descrito, nos ocupamos de la culpa y no de la solución, vamos del timbo al tambo dedicados a disputas innecesarias, dando prioridad a nimiedades.
Estoy seguro que puede funcionar cuando entendamos que el asunto lejos de ideologías supone un compromiso personal de contribuir en que las cosas se cumplan con practicidad y sin disputas.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político