“La felicidad se cultiva a través del aprendizaje y la práctica diaria.”.
En las escuelas públicas de Nueva Delhi, India, se están impartiendo clases de felicidad semanales, una iniciativa pionera que busca inculcar en los estudiantes habilidades que promuevan su bienestar emocional desde una edad temprana.
1. Los lunes, clases de meditación:
La meditación es una herramienta central en este programa. Los estudiantes comienzan su día con ejercicios de atención plena, enfocándose en los sonidos a su alrededor y las sensaciones en sus cuerpos. Este enfoque les permite calmar sus mentes y prepararse de manera óptima para las actividades académicas del día.
2. Los martes, superación del fracaso:
Otra lección crucial en estas clases es la superación del fracaso, ejemplificada a través de figuras como Lionel Messi. Al analizar las historias de estos personajes y cómo han superado desafíos, los estudiantes aprenden que el fracaso no es un obstáculo insuperable, sino un escalón en el camino hacia el éxito. Además, se fomenta un espacio de diálogo abierto sobre fracasos personales, enseñando a los niños a enfrentar y superar sus propios desafíos con resiliencia.
3. Los miércoles, fomentar la gratitud:
Otro componente esencial de las clases de felicidad es la práctica de la gratitud. Los estudiantes son alentados a reflexionar sobre las cosas por las que están agradecidos en sus vidas. Cada día, dedican unos minutos a escribir en un “diario de gratitud” donde anotan tres cosas que les hicieron sentir agradecidos. Esta práctica simple, pero poderosa, ha demostrado mejorar el bienestar emocional al enfocar la atención en aspectos positivos de la vida cotidiana. Además, discutir estos puntos en clase promueve un ambiente de apoyo y comprensión entre los estudiantes.
4. Los jueves, desarrollar habilidades de comunicación asertiva:
La comunicación efectiva es crucial para el bienestar personal y la construcción de relaciones saludables. Las clases de felicidad incluyen ejercicios diseñados para mejorar la capacidad de los estudiantes de expresar sus sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa. A través de juegos de roles y actividades grupales, los estudiantes practican cómo manejar conflictos y expresar opiniones sin agresividad ni pasividad. Esta habilidad no solo mejora las relaciones interpersonales, sino que también refuerza la confianza en uno mismo y la capacidad de resolver problemas de manera constructiva.
5. Los viernes, conexión con la naturaleza:
La conexión con la naturaleza es otro aspecto fundamental en el entrenamiento de la felicidad. Se organizan actividades al aire libre, como caminatas y ejercicios de observación de la naturaleza, donde los estudiantes aprenden a apreciar el entorno natural y sus beneficios para el bienestar mental. La exposición a la naturaleza ha sido vinculada con la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo, por lo que integrar estos momentos en el horario escolar puede ser altamente beneficioso.
Estas clases de felicidad no solo buscan mejorar el bienestar emocional de los estudiantes, sino también prepararlos para enfrentar el mundo con una mentalidad más positiva y resiliente. Sin embargo, la implementación de este tipo de programas no está exenta de desafíos. Una de las críticas más comunes es que la felicidad no puede enseñarse como una materia académica convencional. A pesar de ello, los resultados en Nueva Delhi han sido alentadores, con estudiantes mostrando una mayor empatía, mejores habilidades de resolución de conflictos y una actitud más positiva hacia la vida.
Es fundamental que los padres y maestros también participen en este proceso de aprendizaje. La educación emocional no debe limitarse a los estudiantes; los adultos que los rodean también necesitan estar equipados con las herramientas para apoyar este desarrollo.
La integración de clases de felicidad en el currículo escolar podría marcar una diferencia significativa en cómo las futuras generaciones manejan el estrés, la presión y las emociones complejas.
Como sociedad, debemos estar dispuestos a explorar y adaptar nuevas formas de educación que vayan más allá de lo académico y se centren en el bienestar integral de nuestros jóvenes.
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