Estrés hídrico en 2050: un futuro desafiante
El agua y la situación actual
El agua es fundamental para la vida de animales y plantas, y se prevé que en las próximas décadas se convierta en un recurso aún más disputado. Según la ONU, cuando un territorio extrae el 25 % o más de sus recursos renovables de agua dulce, se dice que tiene “estrés hídrico“. En 2020, el estrés hídrico mundial era del 18,2 %, y en 2022, 2.400 millones de personas vivían en zonas con estrés hídrico extremo.
Proyecciones para 2050
No es posible determinar con exactitud cuál será la cifra de personas afectadas por estrés hídrico en 2050 debido a factores como la población mundial y la evolución económica y política de los países emergentes. Sin embargo, los científicos trabajan con escenarios. Se considera seguro que la demanda de agua aumentará y que muchos países ya consumen más de lo que tienen disponible. Según proyecciones del World Resources Institute (WRI), se prevé que 51 de los 164 países y regiones analizados sufrirán un estrés hídrico de alto a extremadamente alto en 2050, lo que afectará al 31 % de la población mundial.
Impacto en el mundo
Países del sur de Europa como Portugal, España e Italia ya sufren un elevado estrés hídrico, y se prevé que la situación en España empeore significativamente para 2050. En Francia y Polonia, los expertos del WRI anticipan un estrés hídrico de medio a alto, lo que corresponde a una tasa de utilización del 20 al 40 % de los recursos disponibles. Según el WRI, el escenario utilizado para estas proyecciones corresponde a un futuro “sin cambios”, con un aumento de la temperatura de entre 2,8 y 4,6 grados Celsius de aquí a 2100 y un mundo que sigue siendo desigual, con un crecimiento económico lento, una gobernanza y unas instituciones débiles, escasas inversiones en medioambiente y tecnología, y un crecimiento demográfico elevado, sobre todo en los países en desarrollo.
Retos y soluciones
El estrés hídrico en 2050 representa un desafío significativo que requiere atención global. La gestión eficiente del agua, la inversión en tecnologías sostenibles y el fortalecimiento de las instituciones son esenciales para mitigar los efectos del estrés hídrico. Además, la cooperación internacional y la implementación de políticas de conservación del agua serán cruciales para garantizar la disponibilidad de este recurso vital en el futuro.
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