- Sobrecarga de expectativas
A partir de los últimos relevamientos realizados habíamos advertido el hecho de que, en el marco de la luna de miel del Gobierno con una porción significativa del electorado, desde dicho segmento se hacía hincapié en las limitaciones del Presidente Javier Milei para el desarrollo de su plan de acción, bajo la consideración de que “la casta no lo deja”.
Una vez aprobada la Ley Bases y el Paquete Fiscal, nos propusimos analizar si el nuevo escenario se traduce, desde la percepción de la opinión pública, en un cambio en esa dirección. Partimos de la hipótesis de que el ciudadano común no tendría un registro exhaustivo de los contenidos específicos de la propuesta, tratándose de un programa de tal amplitud y variedad en su contenido. Asimismo, cabe destacar que, de acuerdo a la última medición de Equipo Mide que se llevó a cabo durante la primera quincena de este mes, el 36% de los encuestados manifiesta una valoración positiva sobre la Ley Bases, siendo algo inferior el nivel de aprobación registrado en torno al Paquete Fiscal (32%). Por otra parte, el rechazo en relación a ambas iniciativas alcanza a poco más del 40% de la muestra (42% y 41% respectivamente).
En ese contexto, en el marco de una serie de entrevistas realizadas conjuntamente con la referida consultora, la pregunta que se planteó tiene que ver con qué medidas se considera que el gobierno va a poder adoptar de ahora en adelante a partir de la aprobación de la Ley, percibidas como inviables en ausencia de la misma. A contramano de los registros anteriores en donde se evidenciaba un alto nivel de justificación en la no implementación de ciertas reformas justamente en base a las restricciones que se le reconocían, se advierte en el nuevo escenario desde la aprobación de la Ley cierta sobrecarga de expectativas. Las menciones recogidas en el marco de la indagación trascienden claramente los contenidos específicos de la Ley Bases, y se centran en impactos de mayor alcance en función de los cuales se asume que se podrá avanzar en una agenda múltiple desde la cual combatir la corrupción (“hacer pagar a todos los corruptos lo que se robaron”), “correr a la casta”, “estabilizar la economía” y bajar la inflación: (“aflojar con los aumentos”), “asegurar el superávit fiscal”, “aumentar los sueldos”, “eliminar la pobreza” y hasta “levantar el cepo” o llevar a cabo “la dolarización”. A ello se suma la expectativa de que el nuevo marco posibilite el desarrollo de una reforma de la justicia que incluya desde la “ampliación de la Corte”, “modificar el Código Penal” o la “baja en la edad de imputabilidad”, por citar algunos ejemplos en esa dirección.
Ello podría constituir una alerta para el Gobierno nacional, teniendo en cuenta que es de suponer que las exigencias habrán de ir en consonancia con las expectativas planteadas, y que en buena medida surgen de la consideración del programa de gobierno de LLA a título general, antes que desde un análisis de los alcances y limitaciones de la Ley tal como fue aprobada en el Congreso: “ahora va a poder llevar a cabo su plan de gobierno”, “cambiar el país”, “conseguir mayor credibilidad en las instituciones”, “que despegue el país, que crezca la Argentina”.
Lo anterior no implica dejar de reconocer las menciones específicas vinculadas con aspectos puntuales de la nueva legislación tales como las referencias al RIGI y el estímulo a la inversión para grandes proyectos, el blanqueo, la moratoria o las privatizaciones por citar algunos ejemplos. No obstante, incluso en estos casos se advierte cierta desorientación al respecto siendo que se plantea, parcialmente al menos, la posibilidad que se puedan privatizar empresas que en realidad han quedado fuera del proyecto original tales como en el caso del Banco Nación.
Es menester subrayar el hecho de que, como resultado de la aprobación de Ley Bases, la idea de arribar a un “ordenamiento” surge como una referencia recurrente en el discurso de los entrevistados. Ello atañe tanto a la situación del país en general, al aparato estatal y a la economía, tanto a nivel macro como en lo que refiere a los aspectos micro.
Desde la perspectiva de quienes se muestran más críticos respecto a la gestión de gobierno, la aprobación de la Ley Bases se percibe como la antesala de una retirada en el rol del Estado en su carácter regulador. Se enfatiza en ese contexto la preocupación por la reducción del aparato estatal a través de las privatizaciones y el cierre de organismos (“es un desguace”), a lo que se añade el énfasis en la orientación de una medida que se considera concebida en favor de los grandes grupos económicos en detrimento de los sectores medios y bajos, a través de modificaciones en el régimen laboral (“flexibilización”), en la estructura impositiva que se presume crecientemente regresiva y en función de una mayor facilidad para el acceso a la adquisición de tierras y explotación de recursos naturales por parte de empresas multinacionales (“entrega de soberanía”). Surge en este contexto una particular inquietud vinculada con la delegación de facultades al Poder Ejecutivo: “ahora puede hacer lo que quiera”.
- Lo mejor y lo peor: el balance del primer semestre
Renovadas las expectativas en términos del margen de acción asignado al Gobierno nacional para el desarrollo de su plan de gobierno en el marco de la aprobación de la Ley Bases y el Paquete Fiscal, nos propusimos hacer sintonía fina en torno a la performance del Poder Ejecutivo durante el primer semestre. El objetivo se centró en indagar el punto de partida en términos de logros que se le reconocen y las asignaturas pendientes que surgen en el plano de las demandas ciudadanas.
A contramano de la visión de quienes exhiben un mayor rechazo en torno a la orientación de la gestión de Javier Milei, en el segmento en el que el Presidente registra un mayor nivel de apoyo, la reducción del Estado aparece en el top of mind de las iniciativas mejor ponderadas. En consonancia con ello, se destaca el combate a la corrupción desde las políticas implementadas por la actual administración: “achicó el Estado parasitario”; “echó a los ñoquis”. De otra parte, y en sintonía con los emergentes obtenidos en los diferentes estudios de opinión pública realizados durante los últimos meses, la baja de la inflación surge como uno de los activos principales que se reconoce en torno al gobierno de LLA. Asimismo, la disminución del déficit fiscal en base a la baja del gasto público aparece como otro de los principales logros que se le reconocen al gobierno en el plano económico. En el área de seguridad se destaca en ciertos casos cierta idea de recuperación del “control de la calle” vinculada con la aplicación del protocolo anti-piquetes. “la apertura de las calles por las protestas que antes nos tenían de rehenes”.
Desde otra perspectiva, se valora la autenticidad del líder libertario y el cumplimiento de su palabra: “hizo lo que había prometido en campaña”; “le dice la verdad al pueblo”. Se le reconoce asimismo el cambio propuesto desde la “batalla cultural” que promueve. Esa sinceridad y autenticidad, que contrasta fuertemente con la imagen asociada al dirigente político tradicional, sumado a los logros que se le reconocen en materia de gestión, se traducen en una recuperación de las expectativas de cara al futuro desde el inicio de la actual gestión: “tiene el valor y la integridad de tomar decisiones”, “nos devolvió la esperanza”.
Es menester subrayar que esos mismos atributos que se le reconocen al Presidente en el plano de la convicción para defender sus ideas, en ocasiones se rebelan como debilidades cuando se analiza su estilo discursivo, en función de las cuales se cuestionan ciertas actitudes vinculadas con sus planteamientos y lo que se define como una cierta falta de empatía. Desde esta perspectiva, se plantean ciertas reservas respecto a la falta de experiencia política: “no tiene cintura”; “a veces dice cosas que no debería, quizás se deja llevar por impulsos que al final no suman”; “carga a la clase media”. Es apelando a ello que en ciertos casos se cuestiona la falta de vocación por arribar a consensos con otros actores políticos de modo de evitar quedar empantanado ante las dificultades la aprobación de distintos proyectos de ley.
Lo anterior se verifica asimismo en la evaluación del rol del líder libertario cuando se analiza la política exterior. En ese contexto, surgen cuestionamientos en cuanto al trato dispensado hacia los líderes de otros países. Se trata además de un área sensible desde la cual se cuestionan como un exceso de gasto los distintos viajes realizados por el Presidente al exterior: “no estamos para que Milei viaje con la plata de todos nosotros con la crisis que hay”; “se mete en conflictos inútiles con mandatarios extranjeros”.
Se cuestiona asimismo lo que se define como falta de solidez en la conformación de los equipos de gestión, ya sea en función de los “cambios en su equipo de colaboradores” como en la vacancia advertida en distintas posiciones jerárquicas en el aparato estatal. En ese contexto, aparece el cuestionamiento a la “permanencia” en cargos de responsabilidad de funcionarios asociados a la gestión anterior ante la falta de cuadros propios desde el espacio de LLA.
En cualquier caso, la luna de miel no parece haber concluido desde el apoyo de la opinión pública, sin dejar de considerar algunos signos de impaciencia advertidos ante la falta de respuestas suficientes para una población que se ve crecientemente afectada ante el marcado socioeconómico registrado: “la plata no alcanza y estoy llena de deudas”. Esos interrogantes parecerían cobrar mayor vigor cuando se analiza el comportamiento de los mercados registrado durante las últimas semanas, y que se cristaliza en los principales indicadores económicos tales como la evolución en la cotización de los dólares financieros y el riesgo país. Ante este estado de cosas, frente a la pregunta recurrente acerca de si están dadas las condiciones para que pueda materializarse una mejora en las condiciones de vida para los habitantes de nuestro querido país, nos surge una vez más el interrogante de si “Las Bases están”.