En el año 2004, por iniciativa de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales de la Cámara de Senadores, se instauró en México el 20 de julio como el Día Nacional del Bibliotecario. Su labor es fundamental: facilita el acceso a la información, resguarda los libros y colabora con la preservación de la cultura escrita.
Su tarea se ha modificado con el paso del tiempo y se ha tenido que adaptar a los adelantos tecnológicos y al inmenso tráfico de conocimientos que en la actualidad se obtienen a través de la red, sin embargo, esto no le ha restado valor a su profesión.
En México, la educación bibliotecológica se inició en 1945 con la inauguración de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas. De esta manera, se comenzaron a canalizar las inquietudes en torno a la conservación y preservación del material escrito y dejó de considerarse al bibliotecario como un simple buscador o facilitador de libros.
La bibliotecología se convirtió en una profesión formal y hoy en día, aunque quienes la ejercen continúan realizando tareas y ofreciendo servicios tradicionales, también ponen en práctica sus conocimientos para interactuar con los materiales y recursos de los repositorios, encuentran la mejor forma de ofrecerlos al usuario y se mantienen en contacto con las necesidades de la sociedad en cuanto a la solicitud y manejo de información.