En 2027 se podrían hacer acuerdos locales para enfrentar unidos al partido oficial.
Fernando Belaunzarán
De la necesidad a la posibilidad hay un paso que no siempre es fácil de dar y, en este caso, obviar la discusión lo haría aun más difícil. Crear un partido político no es sencillo con la legislación vigente y hacerlo para ser oposición al régimen es todavía más complicado.
El procesamiento de la decisión es tan importante como su implementación, de hecho es parte de ésta, pues la participación democrática da legitimidad y contribuye a extender el compromiso colectivo que se requiere para cumplir con el objetivo. Eso explica la convocatoria del Frente Cívico Nacional al Encuentro Nacional Ciudadano, donde se acordó realizar reuniones en todo el país para consultar a la sociedad sobre la propuesta de emprender dicha tarea, a través de una comisión de auscultación coordinada por Guadalupe Acosta Naranjo.
La primero que debe resolverse es la pertinencia de crear una nueva fuerza política opositora. Existe la legítima preocupación de que esto contribuya a dividir la resistencia frente al restaurado partido de Estado hegemónico, pero es innegable el desgaste de los partidos tradicionales. Muchos ciudadanos no se sienten representados y el oficialismo utilizó el rechazo hacia ellos para descalificar de manera reiterada y sistemática a la “candidata del PRIAN”. Además, a muchos decepcionados no les resulta atractivo votar por quienes hace poco castigaron.
Un nuevo partido no sólo podría ampliar la base electoral de la oposición y ser atractivo para personas que nunca han participado en política, también atajar fugas hacia el oficialismo. Son públicos los conflictos internos en los tres partidos opositores con registro, y sería deseable que militantes valiosos que no se sientan incluidos por sus dirigencias, estén confrontados con éstas o consideren que sus principios ya no compaginan con la organización a la que pertenecen, en lugar de irse a la acera de enfrente o que se les condene al ostracismo, encuentren un espacio para incidir de acuerdo a sus convicciones, contribuyendo con su capacidad y experiencia a la lucha por la democracia.
Los partidos de nueva creación tienen prohibido hacer alianzas en su primera elección, pero para 2030 podrían coaligarse. Como el registro se determina por la votación federal, incluso en 2027 se podrían hacer acuerdos locales para enfrentar unidos al partido oficial y sus satélites paraestatales.
La clave está en construir algo diferente a lo existente, en forma y contenido, abriéndose a la sociedad y sus causas, reconociendo el mérito, la agenda y la capacidad antes que premiar obediencias; un partido de ciudadanos libres, no de tribus ni de canicas. Querer refundar al PRD en este proyecto, imponerle dueño o excluir a los que discrepen sería suicidarse antes de nacer. La apuesta debe ser por algo realmente nuevo y distinto que rinda cuentas y cuide su imagen pública, estableciendo un comité de ética por encima de la dirección política.
Hoy hay una vigorosa oposición social, ajena a la partidaria, tal y como se constató en las movilizaciones que desbordaron calles y plazas. Ninguna organización puede apropiarse de la Marea Rosa, portentosa irrupción ciudadana que rebasa incluso al conjunto de sus convocantes. Pero muchos de sus participantes pudieran sentirse convocados en lo individual, así como organizaciones civiles que se sumaron a ese esfuerzo, si ven congruencia en la lucha contra el autoritarismo que hoy amenaza la existencia de la República. En ese sentido, serían bienvenidos socialdemócratas, liberales, ecologistas, personas que rechazan ser etiquetados y todos aquellos dispuestos a defender la democracia y las libertades para que sean ejercidas en un país con justicia y equidad social que valore el bien común.
No cabe la ingenuidad. A México Libre le rechazaron el registro por fobia presidencial y, si le otorgan espuria mayoría calificada al oficialismo, podrían modificar los requisitos y poner mayores obstáculos. Pero las dificultades deben servir de acicate para superarlas, rendirse no es opción. Si el éxito no está asegurado habrá que conquistarlo con inteligencia y tesón, como todo lo que vale la pena. Para eso hay que levantarse y empezar a andar. El primer paso ya se dio.