Por: Liébano Sáenz
No hay espacio para la negación. En el país hay una realidad distinta que tuvo como origen el voto mayoritario en la urnas. Es innegable que hubo un proceso viciado por la parcialidad de autoridades y la incapacidad de los órganos electorales para garantizar una contienda justa, pero el mandato democrático es inequívoco, ganó Claudia Sheinbaum con diáfana claridad, prevalecieron Morena y también sus partidos aliados.
Ante el resultado hay un normal reclamo de los opositores respecto de la actitud de los grupos radicales dentro de la alianza ganadora, quienes no han mostrado espíritu de generosidad ante la magnitud del triunfo de la Presidenta electa; la postura de estos se presenta como irreductible. Los números no son unanimidad ni cheque en blanco. Las heridas de batalla son compartidas, se supone que quienes ganaron tienen las mejores condiciones para superarlas.
La realidad es tal como se presenta, no como se quisiera. La oposición institucional se ha enfrascado más en disputas internas que en participar proactivamente en el debate nacional y, como consecuencia, ratifica, sin proponérselo, la convicción del deterioro del sistema de partidos y de que la calidad de un gobierno se corresponde con la de su oposición. Hoy, el frente que corresponde atacar unidos es el de la interpretación que deba darse a la sobrerrepresentación en ambas Cámaras, decisión a cargo del Tribunal Electoral.
En el ámbito ciudadano persiste la confusión entre ser opositor, crítico o independiente. Son tres perfiles distintos que la percepción de amenaza al régimen democrático los hace confundir como uno solo; el opositor calcula y ve por sus intereses, el crítico e independiente no, porque él postula ideas y parte de valores trascendentes. Sin importar la postura de ser opositor, crítico o independiente, debe quedar claro que el régimen político que inició hace seis años habrá de trascender y a cada uno corresponde elegir la ruta para definir posición y defender lo que le importa; por lo pronto, actuar ante la nueva circunstancia y persistir en la lucha por lo que uno cree, en mi caso, el régimen de libertades y el sistema democrático; es mi deseo que, por el bien de todos, ganadores y perdedores también crean en esto.