Cables cruzados

Fernando Belaunzarán

La parte amable es la creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación

No hay bomberos que puedan apagar el incendio anunciado. Si se insiste en desmantelar la democracia, anular la pluralidad y colapsar al Poder Judicial para someterlo al Ejecutivo, por más caras amables, preparadas, profesionales, pragmáticas y moderadas que haya en el gabinete, la polarización continuará, el ejercicio de gobierno seguirá siendo un monólogo y se agudizará la descomposición de la vida pública.

Las oportunidades que trae el cambio de gobierno están por perderse antes de verificarse. La llamada luna de miel que gozan los gobernantes al inicio de su mandato podría cebarse con la reforma judicial que pretenden aprobar con mayoría excesivamente representada en el Congreso, pues su importancia y sus secuelas son tales que la controversia y los conflictos que susciten marcarían el sexenio. No es gratuito que cunda la comparación con septiembre de 1982, cuando José López Portillo nacionalizó la banca en su último informe, condicionando al gobierno de Miguel de la Madrid. Algo similar ocurriría en septiembre de este año si se aprueba el plan C de López Obrador.

El cambio unilateral del régimen político para concentrar el poder en una persona, militarizar el país y llevar a la marginalidad testimonial a la oposición sería un agravio indeleble que definiría la relación de ésta con el gobierno. Si eso ya está definido y el Presidente saliente va a encargarse de que suceda antes de entregar la estafeta, el diálogo ofrecido es sólo simulación para cuidar un poco más las formas. ¿Qué acuerdos pueden construirse sobre la base de condenar a las minorías a la irrelevancia y dejar todo al arbitrio de la voluntad presidencial?

En ese sentido, la preocupación fundamental del equipo de transición de Claudia Sheinbaum no sería tanto reparar la interlocución con la oposición alicaída tras la elección, sino anticipar el control de daños, fundamentalmente en Estados Unidos, ante la inminente desaparición de los pocos contrapesos que todavía quedan al hiperpresidencialismo restaurado. Saben que en 2026 se revisará el T-MEC y necesitan persuadir a nuestros vecinos que sus inversiones no necesitan de la división de Poderes para estar seguras, aunque así esté consignado en el tratado, y que el nearshoring contribuiría a que el flujo de migrantes se contenga en el país, dándoles empleo.

Tres de los anunciados conocen a la clase política norteamericana y a sus grupos de interés, pues jugaron importantes roles diplomáticos en la actual administración. Juan Ramón de la Fuente hará geopolítica como canciller para tratar de aprovechar las contradicciones entre EU con China y Rusia, ambos muy influyentes con los aliados bolivarianos de Cuba-Venezuela-Nicaragua; Marcelo Ebrard se enfocará en la renegociación del tratado y Alicia Bárcena tratará de convencer que no serán reciclados los prejuicios nacionalistas contra la inversión privada y transnacional en energías limpias. No la tienen fácil porque la imagen de México está deteriorada y ellos, finalmente, representan continuidad y no queda claro, ni allá ni acá, de qué tamaño será el margen de acción que tendrá la entrante frente al poder fáctico del saliente.

La parte amable es la creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación. Nadie puede objetarla después de un sexenio oscuro e inquisidor para los investigadores y Rosaura Ruiz tiene un perfil adecuado para restañar heridas en las comunidades académicas, desideologizar la administración y darle a la creación, transmisión y difusión del conocimiento la importancia que merecen. Las dudas están en si contará con los recursos necesarios y en si regresarán las becas para estudiantes en el extranjero, la evaluación entre pares y el dinero de los fideicomisos injustamente requisados.

El mensaje transexenal se dio en la consejería jurídica, pues más allá de los escándalos por espionaje y fabricación de delitos en la fiscalía capitalina, la próxima titular es personalmente muy cercana al mandatario que termina. Toda decisión relevante de la Presidencia llegará oportunamente a Palenque, Chiapas. Y eso nos lleva a la pregunta que todos hacen, aunque pocos pronuncian: ¿hasta dónde llegará la sombra del caudillo?